sábado, 8 de octubre de 2016

Un pincel mágico

     Hace ya mucho, muchísimo tiempo atrás. Un pequeño muy alegre correteaba, jugueteaba por un inmenso lugar, un lugar campestre, un lugar verdoso lleno de un sinnúmero de fantásticos paisajes, paisajes maravillosos iluminados por una calurosa luz que le brindaba una frescura tan cálida en su piel, mientras de un salto caía sobre un acolchonado jardín lleno de miles de flores, hermosas flores silvestres con innumerables e inimaginables colores. Ahora yacía tendido mirando el cielo mientras reía a carcajadas por largo rato debido al acto realizado hace pocos momentos. 

     Entusiasmado y listo para repetir la acción cuantas veces quisiese, de un brinco se puso en pie, sentía que tenía mucha energía aún. Pero, algo inusual notó mientras lo hacía. Algo, un objeto extraño caía del cielo, no lograba distinguirlo a simple vista, así que, se apresuró a correr y correr hacia el horizonte, hacia el lugar donde pudiera caer ese raro objeto. De pronto, se encontraba en un lugar que nunca había visitado antes, un lugar un poco oscuro, un lugar sombrío debido a los grandes árboles que por sus cientos de ramas y sus millares de hojas tapaban la claridad tan característica del lugar en el que vivía.

     En un pequeño charco de agua logró verlo flotar, se apresuró a recoger aquella pequeña cosa alargada con una terminación parecida a cabellos, como los pequeños mechones de pelo de su cabeza, mientras lo tenía en sus manos lo examinaba. Encontró letras doradas grabadas a lo largo del objeto que decía: 

<<P-I-N-T-A T-U M-U-N-D-O>>

     El pequeño no entendía lo que significaba aquello, pero antes de nada decidió secarlo en unas grandes hojas de color blanco que colgaban de un árbol. Empezó a sentir un clima gélido que recorría su cuerpo, de tal modo que, empezó a extrañar ya aquella luz calurosa tan brillante de la que siempre estaba rodeado, mientras añoraba eso en su mente, repentinamente, al pasar los mechones mojados de aquella inusual pieza por la hoja blanca, una pequeña esfera amarilla que irradiaba una luz muy brillante y calurosa se formó. Al niño automáticamente se le dibujo una gran sonrisa en todo su inocente rostro, éste se convertiría en el mejor día de su vida. 

      Le gustaba demasiado las figuras redondas, así que, a un lado del sol dio pincelazos por aquí y por allá dibujando esferas más pequeñas y de distintos colores a lo largo del papel. El tercer círculo le pareció muy particular y le gustó, por lo tanto se concentró más en éste. 

      Le gustaba el agua, así que, dio grandes pincelazos a la hoja, tienen que haber mucha, mucha agua se dijo. También tiene que haber grandes valles donde crezcan una gran cantidad de plantas y sea un lugar muy florido como los alrededores, pensaba. Por supuesto, se le ocurrió la magnífica idea de crear pequeñas criaturas que se alimentasen de las verdes praderas que crecerían por todo el planeta y aquello también lo pintó. 

     Algo le faltaba a su pequeño mundo que estaba creando, sentía que así era. Al cabo de un momento, decidió ingenuamente que debería haber más niños parecidos a él, para que estuvieran rodeados de todas aquellas maravillas. Por último le dio un brochazo final, el de crear una línea de tiempo, con ello, todo los seres que habitaban el increíble mundo pintado serían capaces de moverse, serían capaces de crecer, de evolucionar. Pensó que, con el pasar de los años cambiarían y se multiplicarían, serían un lugar fabuloso para vivir y se harían compañía. . 

      Hoy en día todas las personas tienen un pincel mágico escondido muy dentro de sus corazones, un obsequio, un recuerdo de aquel pequeño. Por ello todo el mundo cuenta con un pincel con capacidad para poder pintar lo que ellos más anhelan y que solamente en sueños pueden alcanzar. 

 Y tú… ¿Estás dispuesto a usar tú pincel mágico? ¿Te atreves a…pintar tu mundo?

Relato de Fantasía, Un pincel mágico

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