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Aqui yace un espacio dedicado al don de la escritura, un sitio donde podrás encontrar: relatos, poemas y muchas frases de reflexión y de la vida. Disfruta tu estancia sumergiéndote en el mundo que he creado tan sólo para ti mi estimado lector. Gracias por tu grata visita a mi blog.

RELATOS

Aquí te contaré algunas historias que te harán transportarte hacia aquellos mundos donde todo puede ser posible, relatos que te harán sentir y preguntarte si son reales. Pues... ¿Lo son?

POEMAS

Sencillas palabras que surgen de lo más profundo del corazón y del alma, palabras que estallan en un mar de sentimientos porque así es la vida; tan inesperada, tan impredecible, a veces cálida, a veces fría.

FRASES

Espero con estas pequeñas frases encuentres refugio, encuentres motivación y fuerzas que te permitan seguir adelante en el camino de la vida, pues cada día es una nueva oportunidad para hacer lo que siempre quisiste, el simple hecho de SONREIR y ser FELIZ en el mundo.

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domingo, 26 de febrero de 2017

Amada inmortal


Para el dulce ángel que está
en algún lugar muy lejos de aquí,
y a la vez muy cerca, cuidándome.
Para ella, a quien anhelo, a quien extraño, y aún,
la calidez de su recuerdo me acompaña a diario.



Han pasado casi tres años desde aquel fatídico accidente en el que perdí muchas cosas, en donde el cruel destino se llevó una gran parte de mi corazón en el acto, sin saber todo el dolor que le causaría a mi alma. Maldigo el día en que la vida te arrebató de mis brazos, en aquel lugar donde te perdí sin despedirme, sin un adiós…

Un día como hoy 14 de Febrero te recuerdo más que nunca. Mi corazón te llama a cada momento y sigue latiendo muy fuerte por ti, no quiere soltarte. Te quise tanto, te amé con locura y pasión, que el amor, conjuntamente con todos los sentimientos que despertaste en mí, siguen tan vivos muy dentro de mí. No sé hasta cuando soportaré el frio de tu ausencia, ni sé cómo lograré superarte (si es que pudiese). No sabes cuánto me sigue doliendo tu inesperada partida. 

Lo único que puedo hacer es escribirte, escribirte e inmortalizar en palabras nuestra maravillosa historia; todo lo que sentimos, todo lo que vivimos, todo lo que fuimos, cuanto nos amamos, y mientras lo hago, de mis ojos brotan lágrimas de tristeza que caen desmesuradas…Espero, desde lo más profundo de mi ser, que sea cual sea el lugar en el que te encuentres, por favor nunca, pero nunca me olvides mi amada, mi amada inmortal, mi vida es y siempre será tuya eternamente, recuérdalo. 

*************************************************************************
Era la mañana de un caluroso fin de semana, viajamos con el propósito de festejar el cumpleaños número ochenta de la abuela. Ella vivía sola en una casita campestre a las afueras de la ciudad, aunque muchos no pudieron asistir esos días, sin duda, la mayor parte de la familia estaba ahí reunida. Muchos de ellos eran desconocidos para mí; algunos tíos y tías que venían del extranjero, primos y primas mayores y menores a mí. Había un montón de gente allí reunida y es que no era para menos, confieso que mi familia es numerosa. 

El ambiente se respiraba tranquilo, pacífico. El aire se envolvía en un mar de risas y algarabía de los más pequeños jugando por los alrededores, entretenidos. Mientras tanto, yo sólo los admiraba de lejos, sentado sobre el verde pasto de una diminuta colina desde donde se podía ver fantásticamente el panorama de toda la casa y gran parte del pueblito. 

Estaba ahí, encogido, con las rodillas en mi pecho, admirando el horizonte, sumido en mis propios pensamientos, recordando. Recordando por todas las vivencias que había pasado y que rondaban continuamente por mi cabeza; ilusiones rotas, un mar de decepciones, un amor que se desgastó luego de un par de años, enfermedades que llegaron a mi familia y que los postraron en cama por meses, sueños no realizados, así que por todo ello, de pronto, me embargaba la amarga tristeza. 

Por aquel entonces luchaba por aparentar ser una persona fuerte ante cualquier adversidad, siempre fingía que todo estaba bien, aunque por dentro fuera todo lo contrario, nunca a nadie le mostraba mi lado más débil. Pero, todo lo que había tenido que pasar era demasiado para una persona, todo lo que pasaba en mi vida era demasiado para mí, ocasiones en las cuales, en verdad quería tirar la toalla y terminar con todo, de acabar con mi penosa existencia de una vez por todas. 

Lo juro, estaba a punto de hacerlo… Pero… nunca supe que todos esos pensamientos de desvanecerían más adelante, que todo cambiaría para bien de un día para otro, que repentinamente mi vida se iluminaria. Realmente no lo sabía, no lo esperaba… que llegaras en el momento justo, que fuera tan hermoso, y a la vez una bendición el haberte conocido en aquellos días, dentro de mi oscura tormenta…

Mientras meditaba, tras de mí, escuché como algunas ramas y hojas secas que se rompían, eran pisadas de alguien que se acercaba lentamente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, ligeramente noté como un dedo índice llamaba a mi espalda. 

Y por supuesto, recuerdo claramente cómo fue nuestra primera conversación; cada mágica palabra que cruzamos, tu adorable voz, el brillo de tus labios, tu encantadora mirada, tu cautivadora sonrisa…aún guardo ese bello recuerdo y cada detalle de ti en mi mente… como si fuera ayer…

Hol… ¡Hola! —dijo ella, con una voz muy femenina, dulce y algo tímida.

De inmediato, como si despertara de un sueño profundo, me sacudí, levanté mi cabeza y voltee a mirarla. 

¡Hey!…Hola —respondí, elevando mi brazo y saludando con mi mano.

Entonces se sentó a mi lado. Era una jovencita no tan alta, delgada, su piel era levemente canela. Tenía una mirada llena de vida, muy alegre de ojos color café, Su cabello era negro y lacio, tan largo que llegaba hasta sus caderas. Llevaba puesta una blusa amarilla, usaba un short jean azul, también llevaba un sombrero adornado con algunas flores. En su cuello y muñecas llevaba una serie de collares y pulseras respectivamente. En fin, era una muchachita muy linda, muy simpática a mi parecer. 

Te vi cuando subiste aquí, y me percaté que llevabas un buen rato observando… ¿Por qué no te reúnes con los demás? Es más divertido si juegas rodeado de mucha más gente. —Me dijo, mientras se le dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro. 

Sí, lo sé, sólo que… la mayoría del tiempo me gusta estar solo…sabes… me gusta estar lejos de todo cuando… cuando piensas en muchas cosas que te pasan… además, me gusta mirar el horizonte desde muy alto. —Le contesté, y de igual manera traté de poner una ligera sonrisa en mi boca, para corresponder a su amabilidad.

¡Ah!…Entiendo, jeje…Si…supongo… tienes razón —Ella dijo brevemente. Entre tanto, se quedó mirándome muy fijamente, como intentando leer, mi mirada, mi expresión, como tratando de descubrir o adivinar lo que pensaba en aquellos instantes.

Ella volteó a ver el paisaje. 

¡Wow! ¡Qué hermosa vista! Se pueden ver muchos lugares desde aquí, es la primera vez mis padres me traen y la primera vez que conozco a la abuela, y muchos primos y tíos que no conocía —Decía ella de nuevo alegremente. 

Créeme, me sucedió lo mismo, No me lo esperaba, este año sí que ha venido mucha gente nueva, y si me lo preguntas… pues… no te has perdido de mucho. La abuela no ha cambiado mucho en años, su look sigue igual desde hace siglos —dije en son de broma.

Ella se rió.

Nos quedamos en silencio por un momento, mientras seguíamos observando desde lo alto a los demás en sus quehaceres.

Sabes… también me gusta este tipo de lugares, porque a veces cuando cierras los ojos, y dejas a los demás sentidos actuar, te puede sorprender todo lo que logras percibir, todo lo que logras entender. —Continué. 

Ella cerró los ojos.

… Siii… ahora comprendo, se siente muy bien cuando el viento roza tus mejillas, como puedes escuchar los fuertes silbidos que provoca las pequeñas corrientes de aire, así como el graznido de las aves en la lejanía y el agua que corre en un riachuelo cerca de aquí. —La escuchaba decir, yo muy atento. 

Y así fue como la conversación fluía naturalmente, así como el irremediable pasar del día o del incesable pasar del tiempo por un largo rato, y mientras lo hacíamos, mientras intercambiábamos palabras, mientras más la miraba, sentí una extraña conexión entre ella y yo, era la primera vez que me agradaba tener la compañía de alguien, escuchaba atentamente cada palabra que profesaba su boca, y a la vez pude ver como su mirada irradiaba un toque de pureza e inocencia. Finalmente, alguien nos interrumpió, llamándonos para la hora de la cena, que por cierto allí hacíamos las cosas temprano, como por ejemplo ir a la cama para poder madrugar. 

Lamentablemente las vacaciones terminaron, y por cuestiones de trabajo, colegio, tareas y quehaceres diarios, ella y yo nos distanciamos un poco, dejamos de hablar por un buen tiempo, y como era de suponer, ya no tenía noticias de ella, pasaron muchas cosas entonces. Yo empecé a salir con una amiga que un primo me presentó Elisa, y justamente estudiaba en la misma universidad que yo, se notaba que yo le gustaba, pero ella a mí no, o tal vez, algo dentro de mí, me decía que no era el tiempo ni el momento para volverlo a intentar con alguien, de todos modos, llevábamos una buena relación de amistad y pasábamos las tardes juntos haciendo tareas, estudiando o sencillamente salíamos a caminar por algunos rincones de la ciudad.

Al cabo de unos meses, recibí en mi casa una invitación de Sofía, aquella muchacha que conocí en una bella y plácida tarde en el cumpleaños de mi abuela. Recuerdo que me tomó por sorpresa lo que me confesó esa noche de su fiesta en particular. 

Desde luego, fueron las palabras más dulces y sinceras (porque así las sentí) que mis oídos pudieron haber escuchado y que me dedicaste, combinadas con la mirada más tierna y profunda que mis ojos pudieron ver en toda mi vida… 

El día de su fiesta de quince años llegó, la cual se desarrolló en un amplio salón en el centro de la ciudad. El lugar como era de esperar, estaba decorado de acuerdo a la ocasión. Yo fui a la fiesta acompañado de Elisa. La noche empezaba a tomar forma, música agradable, aperitivos de vez en cuando, invitados que llegaban e iban ocupando cada una de las mesas y al fin, Sofía apareció con un deslumbrante vestido rosado. Al verla nuevamente, al cruzar miradas, sentí muy extrañado, como ligeramente mi corazón iba incrementando su latir. Es que, bajo las luces de aquel gran salón de eventos, ella parecía tan perfecta. 

Llegó la hora más esperada, la del vals. Las luces se apagaron por completo, enseguida, un destello de luz se encendía sobre la figura de la quinceañera y su padre que la sacó a bailar. La música característica empezó a sonar. Había estratégicamente quince mesas alrededor de todo el salón y sobre cada una de ellas, había una vela. Bien, los dos empezaron a bailar y su padre la iba llevando por cada una de las mesas, con el propósito de que ella vaya apagando cada una de las quince velas. 

Terminado el acto, todo el mundo salió a la pista de baile, en esos momentos, me llené de todo el valor que podía, y me dirigí directo donde Sofía, su padre vio mi intención y muy amablemente me concedió bailar con ella.

Y en esos instantes, al volverte a ver tan cerca, tan fijamente a tus ojos, noté como un poco de nerviosismo recorría mi cuerpo. 

Sus ojos brillaban mientras me miraba sonriente, entonces puse mi mano derecha sobre su cintura, puse su mano izquierda sobre mi hombro derecho e inmediatamente entrelazamos nuestras otras manos y al fin, empezamos a bailar. 

¡Heyyy!…cuánto tiempo —acercándome al oído le dije suavemente.

Demasiado… —me contestó de inmediato. Continuamos bailando.

Yo no era muy bueno diciendo cumplidos, muy raramente me salían, pero cuando estaba junto a ella, ella me inspiraba. Ella me impulsaba a decirle muchas cosas, así que terminé por decirle que parecía toda una princesa, y es que, era verdad.

Empezamos a ponernos al tanto el uno del otro de los largos meses que no nos habíamos visto ni hablado, y me contó que conoció un chico que le gustaba mucho desde hace ya algún tiempo, además me pedía consejos de cómo sería la forma correcta de acercarse a él.

Al oír todo aquello, por alguna extraña razón dentro de mi estallaba una rara mezcla de sentimientos: celos, enojo, rabia, ira… aunque aparentara que no pasaba nada mientras bailábamos, tan juntos… 

Le pregunté muy intrigado por la identidad del sujeto que describía, no me dio respuesta alguna, sin embargo, finalmente rompió el silencio y comenzó a darme detalles del aspecto físico del tipo. 

Fui muy idiota, o ingenuo tal vez, nunca hubiera imaginado que era a mí a quien describías tan emocionada…muy detalladamente…

Mientras me contaba, ella puso sus brazos tras mi nuca, y yo la acerqué aún más a mi cuerpo tomándola de la cintura. Estuvimos mucho más pegados, tan sólo entrelazando nuestras miradas. Tuve la leve impresión de que en una ocasión nuestros labios, estuvieron demasiado cerca, a tan sólo milímetros de hacer contacto, inconscientemente le quise corresponder. Pero, no, no podía ser posible. ¡Era una locura! Desistí del intento de inmediato, pues tal vez sólo era mi imaginación pasándome una mala jugada. Ella no se percató por todo lo que pasaba por mi mente, así que solamente se acercó para apoyar su cabeza muy sutilmente sobre mi pecho mientras bailábamos lentamente la melodía de fondo, estando así, sólo sentí mágicamente que éramos ella y yo danzando hacia algún lugar colorido del espacio, como si estuviéramos sobre las nubes, pese a que el salón se encontrara repleto de personas. 

¡TE AMO!, ¡TÚ ERES A QUIEN QUIERO!, ¡SÓLO TÚ! Es por eso que… no quiero verte triste por todas las historias de amores pasados, no quiero. Quiero ser ese pedacito de tu corazón que te demuestre que no todo en la vida es… tristeza… Desde hace mucho tiempo siento que te he amado… y solamente quiero estar junto a ti, quiero darte todo mi amor y todo mi cariño. Me enamoró tu forma de ser, tu particular manera de pensar, tu forma de ver la vida, simplemente me encanta la persona en la que te has convertido pese a todo y es por eso que... solamente quiero estar a tu lado, siempre…cuidándote —Ella me confesaba inesperadamente, mientras veía como una lágrima recorría por su mejilla. 

Yo… yo simplemente enmudecí y quedé impactado a la vez por todo lo que escuchaba, por todo lo que ella me decía. Al oír todas esas palabras, sentí como el alma, todo mi cuerpo se revolvía, llenándose de fuertes sentimientos que no tenía muy claros. Todo, todo era demasiado confuso y repentino a la vez.

¡Estás loca!, ¡Todo esto no puede ser posible! Lo nuestro no puede ser, somos familia por el amor de Dios, debes…debes estar confundida. —yo al fin respondí muy desconcertado. 

Se acabó la música, me separé de ella y el resto de la noche continuamos como si nada hubiese pasado. La hora de la fiesta terminó. Al regresar a casa, recostado en mi cama, seguí muy pensativo, recordando todo lo que terminaba de ocurrir esa noche. Estaba claro que también empecé a sentir algo por Sofía desde hace ya algún tiempo. Pero, pero no estaba bien, no era correcto que tuviéramos algo ni estaba bien que estuviéramos juntos como pareja. Nadie lo aceptaría. 

Sim embargo, pasados algunos días, sin saber nada de ella, cada noche solía quedarme horas pensando y recordando mucho en todo lo que había pasado. Entonces, muy decidido tomé mi celular y la llamé

Sofi, tenemos que vernos…tengo… tengo algo muy importante que decirte…espérame afuera —y de inmediato colgué.

Sin importar nada, mientras iba camino a nuestro encuentro, en horas de la noche, me decidí… Y fue la mejor decisión que haya tomado… decidí amarte a pesar de todo lo que pudiera ocurrir… 

Cuando llegué, ahí estaba, esperándome en el patio posterior de su casa. Y cuando la vi, instintivamente corrí de inmediato hacia ella, entonces tomé sus manos y las sujeté firmemente. 

Sofía, querida Sofi… te pido perdón por lo que pasó aquella noche, perdón por mi reacción y las fuertes palabras que te dije. Discúlpame si te lastimé…enserio lo siento mucho…sólo que… lo he pensado mucho…sabes… no quiero negar ni seguir ocultando todos estos sentimientos que también, desde hace mucho tiempo he guardado por ti… Quiero… quiero corresponder a tus sentimientos. Quiero jugármela por ti, quiero aceptar este amor que claramente existe entre los dos, no quiero negar la felicidad en nuestras vidas, no me importa lo que digan ni lo que piensen… ya no más no. Solamente quiero construir contigo una maravillosa relación. Deseo…en verdad deseo y anhelo enfrentar al mundo tomado de tu mano…Quiero que seamos novios, que seamos tan sólo tú y yo, infinitos en el universo, porque… porque mi amor por ti es transparente y sincero… —me declaré.

Tan desconcertada me miraba, mientras terminaba de escuchar toda mi declaración de amor por ella, pude ver cómo, su respiración se agitaba y de pronto, empezaba a llorar. 

Sobre aquella luz de la luna, y cielo estrellado de aquella noche, para calmarla, la abracé. La abracé tan fuerte que sentí como todo iba cobrando sentido, como las dudas se despejaban, como las penas se aliviaban, como aquellas partes rotas, aquellas cicatrices se curaban, como todo llegaba un punto de calma y miles de sentimientos nos rodeaban. 

Finalmente el frio de la noche ya no se sentía, nos sumergíamos en un ambiente de calidez, porque, aun quedándonos en silencio, al mirarnos, nos entendíamos perfectamente, y en medio de sus sollozos, limpiándole las lágrimas, levante con mi mano su barbilla, me acerqué mucho más y cerrando mis ojos le propiné un largo y dulce beso en sus labios, sellando todo lo que sentíamos. Pude percibir como cientos de cosquilleos recorrían mi estómago a lo largo de todo mi cuerpo, miles de sentimientos estallaban en una sola acción. 

Sinceramente cuando te besé por primera vez, nuevos sentimientos me atravesaron, sentimientos que nunca había tenido antes por alguien y que despertaste, sentimientos tan puros, tan sencillos, tan desmesurados. Simplemente sentí grandes emociones dentro de mí, y no es algo que puedo explicar con palabras, es algo que se siente, se siente en lo más profundo del corazón y que es como una llama que se mantiene viva ahí alumbrándolo todo. Y supe, supe inmediatamente que sería el comienzo de algo hermoso, verdadero y eterno. 

Lo que vivimos después fue algo fantástico, sacado de alguna hermosa historia de fantasía. Las semanas que vinieron fueron tan espléndidas, y aunque, cada uno retomó su vida cotidiana, quedábamos en vernos de vez en cuando, o llamarnos frecuentemente por las noches. En ocasiones yo la visitaba por sorpresa en su casa, ahí era cuando teníamos decenas de aventuras, viajando, recorriendo muchos lugares, salíamos a nadar, jugábamos algún deporte solos o con amigos, íbamos a conciertos, nos reíamos tanto al subirnos en algún juego en el parque de diversiones. 

Sencillamente el tiempo que pasábamos juntos era en verdad único y maravilloso. No lo sé, pero resultaba muy divertido charlar con ella por horas, mi vida se iba tornando un tanto más alegre, me divertía escuchar las ocurrencias de nuestras largas conversaciones, pasábamos horas contándonos hasta el más mínimo detalle de lo que cada uno hacía en su día. Esos, aquellos pequeños detalles de ser escuchado, su buen sentido del humor, esa particular forma de entendernos mutuamente, de sonreírnos, de conectarnos, la usual forma de mirarnos profundamente, tal vez fueron algunas de tantas razones que me di cuenta que ella, sin duda, era alguien especial y una mujer única en el mundo. Fueron tantos, innumerables meses que compartimos y todos ellos llenos de absoluta felicidad. 

Era el día de un 14 de Febrero cuando, luego de salir de la fiesta de cumpleaños de unos amigos al anochecer, ambos salimos apresurados. El invierno era inminente y pues, como era de esperar, vendría una gran tormenta, sabíamos de antemano que sería una larga noche de lluvia, así que, por esa razón decidimos irnos temprano a nuestros hogares. De camino a la casa de Sofía, notamos como caían ya algunas gotas de lluvia y empezamos a correr, a pesar de ello, cuando llegamos, los dos terminamos empapados. 

Esa noche, sus padres estaban fuera de la ciudad por cuestiones de trabajo. Su hermano tampoco se encontraba, debido a que ese día viajó a la casa de unos tíos para pasar sus vacaciones allí. Yo solamente quise una vez acompañarla a su casa, retirarme e irme de inmediato a la mía, pero, Sofía me detuvo, me tomó del brazo 

Corazón, no te puedes ir así nomás mojado y como está el tiempo, te resfriarás. Por lo menos espera a que pase la lluvia para que te vayas. Ven, entra, te daré algo de ropa seca primero. —ella me dijo en tono preocupada.

Yo simplemente asentí.

Yo estaba tiritando del frío, entonces ella me ofreció una toalla y alguna ropa seca de su hermano que más o menos era de mi talla, así que no hubo inconvenientes por tomar prestada aquellas prendas y me cambié en su sala. Al terminar, puse la ropa húmeda sobre algunas sillas y me senté en un sofá que había allí.

Grandes truenos se escuchaban en la lejanía, era como si el cielo se partiera y se derrumbara. Se podía oír claramente como la lluvia caía con más fuerza sobre el tejado, caía tan precipitadamente como si nunca fuera a parar. Mientras tanto, miraba por la ventana y pude observar como por algunas calles inclinadas, recorrían grandes cantidades de agua, como si formaran pequeños riachuelos que terminaban en algún lugar incierto de la avenida principal. 

Repentinamente, hubo un apagón, nos quedamos a oscuras. Sofía terminaba de cambiarse, cuando, solamente pude oír cómo me llamaba con aquella característica dulzura de su voz desde algún punto incierto entre las tinieblas. Empecé a llamarla de la misma forma, y por unos instantes, hubo una gran incertidumbre, nos sentimos un tanto temerosos, de no encontrarnos, de estar tan separados, tan alejados, pese a que la casa fuese pequeña. Con mis manos, trate de palpar algo aleatoriamente en aquella negrura, guiándome por la voz de Sofía, y ella hacía lo mismo. 

Cuidadosamente, avanzando de a poco, teniendo cuidado de no caernos, o de golpearnos con varios objetos, nos seguíamos buscando. Hasta que al fin, nuestras manos hicieron contacto, se encontraron, entrelazándose de inmediato, estaba emocionado por volver a sentirla cerca, mi corazón volvía a sentirse tranquilo. Nos encontramos en un estrecho pasillo y nos abrazamos. 

Te extrañe —decía con una breve risilla 

¡Hey!, yo te extrañe aún más, jamás vuelvas a apartarte de mí —le respondí. 

Aunque no viera nada, pues no lo necesitaba, sabía perfectamente el lugar donde se encontraban sus pequeños labios, y la besé. Ella me correspondió dándome cortos besos mientras la apoya ligeramente sobre la pared de aquel pasillo. Nuestros besos se intensificaron, los inocentes besos, se volvieron más más apasionados, duraderos y lentos. 

Noté como su corazón palpitaba apresurado, nuestra respiración se iba incrementando de apoco. Despacio, fui introduciendo mis manos bajo el fino camisón que sentía que llevaba puesto, entonces desde su boca, empecé a recorrer dándole suaves besos por su mejilla izquierda, pasando por su oreja, exhalando con mi aliento brevemente, luego continúe, bajando por su cuello, así mismo dándole suaves y cortos besos. Entretanto, ella solamente deslizaba sus manos sobre mi espalda apretándome muy fuerte contra ella, entonces sentimos el calor de nuestros cuerpos mutuamente. 

Envueltos entre nuestros brazos, poco a poco caminábamos lentamente mientras nos besábamos. Cuidadosamente la dirigí hacia la sala recostándola sobre el sillón que antes había encontrado. Sin apuros, sin prisas, dejábamos que todo fluyera, mientras la inundaba de caricias por toda su tersa piel, mientras recorría rozando con mis manos cada centímetro de su cuerpo, mientras nos despojábamos del resto de nuestra ropa, mientras nos desnudábamos dando libre albedrio a nuestros instintos más básicos. En algunas ocasiones pude apreciar su bello rostro y por supuesto, su hermoso cuerpo completamente desnudo, en el momento en el que caían relámpagos y su luz se filtraba a través de todas las ventanas permitiendo alumbrar todo lo que ocurría sobre aquella acogedora sala. Fue cuando el momento se volvió tan caluroso, el deseo cobró vida, y nos fuimos entregamos a él poco a poco. 

Nunca olvidaré esa noche en la que le hice el amor por primera vez a Sofía, en donde la hice mía, en donde fue mi mujer por primera vez. Si, aquella noche en donde también fui suyo, en donde fui su hombre por primera vez. Hicimos el amor de la manera más sutil, tierna y llena de sentimientos que pudiera haber, desfogando todo nuestro amor el uno por el otro, minuto a minuto, amándonos intensamente… A las afueras, solamente se escuchaba las gotas que salpicaban continuamente sobre pequeños charcos de agua, como dando una natural melodía de fondo a nuestro preciado acto de amor. 

A primera hora de la mañana, me despedí con un dulce beso. Sus besos siempre eran mágicos, el efecto de su sabor, de los sentimientos que conllevaban, me duraban todo el día. Luego de una noche intensa de lluvia, por fin las nubes iban dando paso a la llegada del sol, y consigo el característico cántico de aves, aves que despertaban sobre ramas de algún árbol ubicado sobre el jardín de alguna vecindad. Y es que, nunca me había sentido feliz en muchos años, como aquel día. Me imaginé que sería un día fabuloso, que sería un gran día soleado lleno de cosas buenas. 

Pero me equivoqué, no supe que en algún punto toda la felicidad que estábamos construyendo se iba a desmoronar… 

Después de esa fantástica noche a solas, la noche que nos entregamos en cuerpo y alma, la noche que consumamos nuestro amor, dimos rienda suelta a nuestra imaginación, vinieron nuevas experiencias, nuevos encuentros, algunos fugaces y otros duraderos, es que, nuestros cuerpos nos llamaban, se deseaban el uno por otro, era algo inevitable. Cada encuentro era mágico y diferente, pero siempre, sobre todo lleno de amor y múltiples sentimientos verdaderos. Esos espléndidos meses fueron llenos de un magnífico tiempo de calidad juntos.

En ese tiempo pude experimentar, pude sentir lo que era el verdadero significado del amor… lo nuestro fue un romance muy lindo; la forma de querer cuidarte, de cómo sentir que cada día que pasaba, se podía amar aún más… sólo contigo mi amada Sofía, sólo contigo pude experimentar muchas cosas que jamás habría pensado. Es que todo lo nuestro era demasiado perfecto para ser cierto; el que nuestros fuertes sentimientos sean correspondidos mutuamente; amar y ser amado. 

Alguien había estado contando a los padres de Sofía acerca de que me veían muy frecuentemente con ella, que no era normal. Pero, la gota que derramó el vaso, fue que les informaron sobre el día en que me vieron salir de su casa esa mañana, aquel día que pasamos juntos ella y yo. Los tiempos difíciles vinieron, demasiadas tempestades llegaron, era como una espesa nube que iba opacando todo el brillo de nuestra relación, era como si de pronto sombras oscuras se interponían entre nosotros, alejándonos, sofocando y no permitiendo que siguiera avanzando todo lo nuestro. No lo vi llegar, no sabía que sería el comienzo de desastrosas noticias para nuestro amor, porque era así, era un amor que lo llevábamos en secreto. Porque… porque nadie iba a poder entenderlo, nadie podría entender los fuertes lazos que nos unían y la manera intensa de amarnos, esa manera tan pura, tan sincera, tan apasionada, esa manera que sólo los dos bien conocíamos.

Todo el mundo se nos vino encima; un día al salir de la universidad, el hermano de Sofía llegó con un par de amigos, desprevenido me empujó por la espalda tan fuerte que perdí el equilibrio y me caí al suelo. Sentí como fuertes dolores se producían por todo mi cuerpo, eran ellos dándome patadas, como cobardes. Después de tantos golpes e insultos que recibí, empecé a sangrar, y entonces se detuvieron. Él me amenazó furioso, mencionaba que iba hacer que me encarcelaran si me veía cerca de ella de nuevo, Mi familia también se puso en mi contra, y como era de esperar, no aceptaban que tuviera una relación con ella. Los padres de Sofía no se quedaron atrás, me prohibieron verla o siquiera hablarle. Le quitaron cualquier medio por el cual se pudiera comunicar conmigo. Es más, en un acto desesperado, hicieron todos los trámites necesarios para enviarla a estudiar al extranjero una semana después. El tiempo corría en nuestra contra. 

Entre tanto, a Sofía como a mí, se nos destrozaba el corazón, era tanta la tristeza, que sentimos que todo el cielo que pudimos palpar algún día, todo de pronto se volvió un infierno. Todo se transformó de un bonito sueño, en una horrenda pesadilla. No entendía porque cuando la felicidad está a tope, de un momento a otro, se esfuma. Simplemente no entendía porque la vida una vez más, terminaba por hacerme sufrir. 

Pero esta vez quería que el destino que tenía escrito fuera diferente, esta vez lucharía con todas mis fuerzas para retener a la persona que amo en mis brazos. En la madrugada, un día antes de su viaje al exterior, decidí ir a la casa de Sofía, había estado planeando algo esos días antes de su partida. En un rato de descuido, muy sigilosamente agachado, llegué hasta la ventana de su habitación, me levanté y la vi… ahí estaba ella, se encontraba recostada en su cama sujetando la pareja de osos de peluche que le obsequie en los primeros meses de novios, tenían la peculiaridad de que estaban unidos por sus manos y sobre ellas llevaban un corazón, adicionalmente recuerdo que fui a un almacén e hice que grabaran nuestros nombres sobre cada uno, y una pequeña leyenda en la parte baja del corazón que decía: «Juntos, hasta el final de los tiempos»

Toqué levemente el vidrio de su ventana, de inmediato ella volteó a verme, le hice señas con mi dedo índice en mi boca, haciendo entender que debíamos estar en silencio. Ella asintió mientras se limpiaba algunas lágrimas, noté como tenía ojeras producidas por tanto llorar. Se acercó y afortunadamente por la ventana pude hacerme escuchar 

Oh, mi amor… mi amada, como te he extrañado estos días, no sabes cuánto. Han sido tan sombríos y difíciles los días sin ti, sin tu amor… No voy a permitir que nadie… escúchame… no permitiré que nadie nos separé nunca más, nadie entenderá este amor que sentimos en lo más profundo del alma… así que, ven conmigo, por favor. Mira, compré unos pasajes de autobús para irnos lejos, muy lejos de aquí… Te prometo un lugar en el que te pueda amar libremente sin ser juzgado, ni mal visto… solo juntitos mi amor, tan sólo tú y yo —Le susurré.

Al terminar de hablar, pude ver a través de sus lágrimas, como en sus ojos se encendía una pequeña haz de luz y brillaban, era ¡Vida!, nunca los había visto tan hermosos, en su boca se formaba una gran sonrisa, tan tierna que opacaba la desdicha que sentíamos antes. Entonces puso sus dedos índice y medio en sus labios humedeciéndolos y como enviándome un beso volado tocó el cristal de la ventana. Inmediatamente se volteó y empezó a empacar sus cosas. Al cabo de unos minutos se cambió poniéndose ropa abrigada y estuvo lista para salir. Así mismo abrió muy cuidadosamente la puerta de la habitación y la de su casa, entonces salió. 

Estaba tan emocionado con la idea de huir juntos, buscaba un lugar donde enérgicamente pudiera profesar mi amor por ti, sin que nadie se oponga…. 

Después de correr tanto, hasta llegar a la avenida principal, nos esperaba la buseta de un viejo amigo, por fin, nos sentimos aliviados, y aquella dulce sensación de estar juntos de nuevo era realmente maravillosa. Le dije a mi amigo que acelerará lo más que pudiera, que nos saque y nos lleve al terminal lo más pronto posible. Es que sencillamente ya no quería mirar atrás, no quería. Sólo en mi mente se acumulaban las ganas de formar un futuro con Sofía, casarnos, formar una gran familia y como en los cuentos de hadas, ser felices por siempre. 

Pero, en la mayoría de las veces, no todo sale como lo planeas…

No sabía que mi amigo había tenido exceso de trabajo esa semana, y que al pedirle el favor de que nos llevará hasta el terminal de la ciudad, no pudo negarse, pues le conté la historia con Sofía mi novia, y los problemas que tuvimos, además me vio muy entusiasmado con la idea, y los dos éramos como hermanos, nos conocíamos y llevábamos muy bien desde el colegio, pese a que no habíamos tenido contacto en años. Justamente al llegar cerca de una sección transversal, la luz de un semáforo se puso en rojo frente a nosotros. Mi amigo, en un descuido, por efecto del cansancio, brevemente cerró los ojos mientras conducía por la autopista e hizo caso omiso a la señalética. De pronto, una volqueta recorría por la calle cruzándose en nuestro camino. Abracé tan fuerte a Sofía entre mis brazos como pude y le propiné un beso en su frente, cerramos los ojos como esperando todo el impacto del choque.
Abrí por unos instantes lo ojos, y escuché, escuché sirenas de una ambulancia, luego murmullos de gente gritando, luego paramédicos llevándome sobre una camilla, luces blancas por todos lados, y solamente me preguntaba dónde estaría mi querida Sofía, tan sólo quería saber si se encontraría bien. 

Al recibir la noticia, fue como recibiera un balde de agua frio, quedé anonadado, sin respuesta alguna. Al escuchar las palabras más duras de toda mi vida, escuchar que mi Sofía había fallecido, sentí como se me rompía el corazón, el alma y la vida misma. Al observar las fotos del accidente, vi como la buseta en la que viajábamos quedo hecho trizas. Mi amigo quedó parapléjico, y yo por mi parte quedé en coma por varios meses, hasta que desperté. Además, sufrí una lesión cerebral, la cual me quitó el habla… para siempre. 

Al final, todos se sintieron tan mal, tan mal por la muerte de ella, y por lo crueles que habían sido con nosotros, y por todo lo que nos obligaron a hacer, estaban tan arrepentidos. 

De toda esta amarga historia, al final me di cuenta que el amor te llega sin esperarlo, no lo prevés, ni lo buscas. Simplemente llega, llega y sólo tienes que aceptarlo, sólo tienes que dejar que entre a tu vida, porque es como un vagón de tren en el cual te subes y te lleva a un largo viaje sin retorno, marcándote de por vida, y por supuesto, luego de todo lo vivido no vuelves a ser el mismo, porque éste no distingue de lazos de sangre ni mucho menos edad, peor distancias, porque al final de cuentas, sólo son números. Hoy en día vivo alimentado por la nostalgia, y miro como el pasar del tiempo pasa tan apresurado, como aquel amor de verano, que huyó de nuestras manos.

Con mucho cariño tu amado, quien cada noche 
sigue a la espera de esa tu señal, 
de que sea la hora y me lleves contigo. 
Sigo con la esperanza de que algún día, 
no muy lejano…nos volvamos a ver. 


Por siempre, tan sólo tú y yo, 
hasta el final de los tiempos, mi gran amor.

Relato, Amor, Ímpetu de letras

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