!BIENVENIDO!

Aqui yace un espacio dedicado al don de la escritura, un sitio donde podrás encontrar: relatos, poemas y muchas frases de reflexión y de la vida. Disfruta tu estancia sumergiéndote en el mundo que he creado tan sólo para ti mi estimado lector. Gracias por tu grata visita a mi blog.

RELATOS

Aquí te contaré algunas historias que te harán transportarte hacia aquellos mundos donde todo puede ser posible, relatos que te harán sentir y preguntarte si son reales. Pues... ¿Lo son?

POEMAS

Sencillas palabras que surgen de lo más profundo del corazón y del alma, palabras que estallan en un mar de sentimientos porque así es la vida; tan inesperada, tan impredecible, a veces cálida, a veces fría.

FRASES

Espero con estas pequeñas frases encuentres refugio, encuentres motivación y fuerzas que te permitan seguir adelante en el camino de la vida, pues cada día es una nueva oportunidad para hacer lo que siempre quisiste, el simple hecho de SONREIR y ser FELIZ en el mundo.

WATTPAD

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martes, 8 de agosto de 2017

Deseo fugaz

Poemas, Ímpetu de letras

Amor, amor...

Aquella mirada profunda,
en la que me pierdo.
Mi alma posees,
en estas letras, 
que ahora lees.

Oh!, Corazón puro e inocente
indomable como el viento,
hipnotizas a cualquiera, 
cual maravillosa
sonrisa que deslumbra.
y el mundo entero se entera.

Deseo, como un sueño fugaz,
verte de nuevo,
y no dejarte escapar, 
de obtener el valor, 
de acercarme,
de atreverme hablar. 

No tengo dudas,
eres luz,
eres certeza,
eres calma, 
que serena cada tormenta.

Disfruto de tu compañía,
junto a ti no existe fronteras, 
como una espontánea fantasía,
haciendo todo aquello que imagino.
haciendo contigo todo aquello,
que no está escrito.
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lunes, 17 de julio de 2017

Mientras tú existas


Poemas, mientras tu existas - Ímpetu de Letras


"Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz—cualquiera... Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora,
amada mía,
transido de distancia,
bajo este amor que crece y no se muere,
bajo este amor que sigue y nunca acaba."


Autor: Escrito por Ángel González
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domingo, 26 de febrero de 2017

Amada inmortal


Para el dulce ángel que está
en algún lugar muy lejos de aquí,
y a la vez muy cerca, cuidándome.
Para ella, a quien anhelo, a quien extraño, y aún,
la calidez de su recuerdo me acompaña a diario.



Han pasado casi tres años desde aquel fatídico accidente en el que perdí muchas cosas, en donde el cruel destino se llevó una gran parte de mi corazón en el acto, sin saber todo el dolor que le causaría a mi alma. Maldigo el día en que la vida te arrebató de mis brazos, en aquel lugar donde te perdí sin despedirme, sin un adiós…

Un día como hoy 14 de Febrero te recuerdo más que nunca. Mi corazón te llama a cada momento y sigue latiendo muy fuerte por ti, no quiere soltarte. Te quise tanto, te amé con locura y pasión, que el amor, conjuntamente con todos los sentimientos que despertaste en mí, siguen tan vivos muy dentro de mí. No sé hasta cuando soportaré el frio de tu ausencia, ni sé cómo lograré superarte (si es que pudiese). No sabes cuánto me sigue doliendo tu inesperada partida. 

Lo único que puedo hacer es escribirte, escribirte e inmortalizar en palabras nuestra maravillosa historia; todo lo que sentimos, todo lo que vivimos, todo lo que fuimos, cuanto nos amamos, y mientras lo hago, de mis ojos brotan lágrimas de tristeza que caen desmesuradas…Espero, desde lo más profundo de mi ser, que sea cual sea el lugar en el que te encuentres, por favor nunca, pero nunca me olvides mi amada, mi amada inmortal, mi vida es y siempre será tuya eternamente, recuérdalo. 

*************************************************************************
Era la mañana de un caluroso fin de semana, viajamos con el propósito de festejar el cumpleaños número ochenta de la abuela. Ella vivía sola en una casita campestre a las afueras de la ciudad, aunque muchos no pudieron asistir esos días, sin duda, la mayor parte de la familia estaba ahí reunida. Muchos de ellos eran desconocidos para mí; algunos tíos y tías que venían del extranjero, primos y primas mayores y menores a mí. Había un montón de gente allí reunida y es que no era para menos, confieso que mi familia es numerosa. 

El ambiente se respiraba tranquilo, pacífico. El aire se envolvía en un mar de risas y algarabía de los más pequeños jugando por los alrededores, entretenidos. Mientras tanto, yo sólo los admiraba de lejos, sentado sobre el verde pasto de una diminuta colina desde donde se podía ver fantásticamente el panorama de toda la casa y gran parte del pueblito. 

Estaba ahí, encogido, con las rodillas en mi pecho, admirando el horizonte, sumido en mis propios pensamientos, recordando. Recordando por todas las vivencias que había pasado y que rondaban continuamente por mi cabeza; ilusiones rotas, un mar de decepciones, un amor que se desgastó luego de un par de años, enfermedades que llegaron a mi familia y que los postraron en cama por meses, sueños no realizados, así que por todo ello, de pronto, me embargaba la amarga tristeza. 

Por aquel entonces luchaba por aparentar ser una persona fuerte ante cualquier adversidad, siempre fingía que todo estaba bien, aunque por dentro fuera todo lo contrario, nunca a nadie le mostraba mi lado más débil. Pero, todo lo que había tenido que pasar era demasiado para una persona, todo lo que pasaba en mi vida era demasiado para mí, ocasiones en las cuales, en verdad quería tirar la toalla y terminar con todo, de acabar con mi penosa existencia de una vez por todas. 

Lo juro, estaba a punto de hacerlo… Pero… nunca supe que todos esos pensamientos de desvanecerían más adelante, que todo cambiaría para bien de un día para otro, que repentinamente mi vida se iluminaria. Realmente no lo sabía, no lo esperaba… que llegaras en el momento justo, que fuera tan hermoso, y a la vez una bendición el haberte conocido en aquellos días, dentro de mi oscura tormenta…

Mientras meditaba, tras de mí, escuché como algunas ramas y hojas secas que se rompían, eran pisadas de alguien que se acercaba lentamente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, ligeramente noté como un dedo índice llamaba a mi espalda. 

Y por supuesto, recuerdo claramente cómo fue nuestra primera conversación; cada mágica palabra que cruzamos, tu adorable voz, el brillo de tus labios, tu encantadora mirada, tu cautivadora sonrisa…aún guardo ese bello recuerdo y cada detalle de ti en mi mente… como si fuera ayer…

Hol… ¡Hola! —dijo ella, con una voz muy femenina, dulce y algo tímida.

De inmediato, como si despertara de un sueño profundo, me sacudí, levanté mi cabeza y voltee a mirarla. 

¡Hey!…Hola —respondí, elevando mi brazo y saludando con mi mano.

Entonces se sentó a mi lado. Era una jovencita no tan alta, delgada, su piel era levemente canela. Tenía una mirada llena de vida, muy alegre de ojos color café, Su cabello era negro y lacio, tan largo que llegaba hasta sus caderas. Llevaba puesta una blusa amarilla, usaba un short jean azul, también llevaba un sombrero adornado con algunas flores. En su cuello y muñecas llevaba una serie de collares y pulseras respectivamente. En fin, era una muchachita muy linda, muy simpática a mi parecer. 

Te vi cuando subiste aquí, y me percaté que llevabas un buen rato observando… ¿Por qué no te reúnes con los demás? Es más divertido si juegas rodeado de mucha más gente. —Me dijo, mientras se le dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro. 

Sí, lo sé, sólo que… la mayoría del tiempo me gusta estar solo…sabes… me gusta estar lejos de todo cuando… cuando piensas en muchas cosas que te pasan… además, me gusta mirar el horizonte desde muy alto. —Le contesté, y de igual manera traté de poner una ligera sonrisa en mi boca, para corresponder a su amabilidad.

¡Ah!…Entiendo, jeje…Si…supongo… tienes razón —Ella dijo brevemente. Entre tanto, se quedó mirándome muy fijamente, como intentando leer, mi mirada, mi expresión, como tratando de descubrir o adivinar lo que pensaba en aquellos instantes.

Ella volteó a ver el paisaje. 

¡Wow! ¡Qué hermosa vista! Se pueden ver muchos lugares desde aquí, es la primera vez mis padres me traen y la primera vez que conozco a la abuela, y muchos primos y tíos que no conocía —Decía ella de nuevo alegremente. 

Créeme, me sucedió lo mismo, No me lo esperaba, este año sí que ha venido mucha gente nueva, y si me lo preguntas… pues… no te has perdido de mucho. La abuela no ha cambiado mucho en años, su look sigue igual desde hace siglos —dije en son de broma.

Ella se rió.

Nos quedamos en silencio por un momento, mientras seguíamos observando desde lo alto a los demás en sus quehaceres.

Sabes… también me gusta este tipo de lugares, porque a veces cuando cierras los ojos, y dejas a los demás sentidos actuar, te puede sorprender todo lo que logras percibir, todo lo que logras entender. —Continué. 

Ella cerró los ojos.

… Siii… ahora comprendo, se siente muy bien cuando el viento roza tus mejillas, como puedes escuchar los fuertes silbidos que provoca las pequeñas corrientes de aire, así como el graznido de las aves en la lejanía y el agua que corre en un riachuelo cerca de aquí. —La escuchaba decir, yo muy atento. 

Y así fue como la conversación fluía naturalmente, así como el irremediable pasar del día o del incesable pasar del tiempo por un largo rato, y mientras lo hacíamos, mientras intercambiábamos palabras, mientras más la miraba, sentí una extraña conexión entre ella y yo, era la primera vez que me agradaba tener la compañía de alguien, escuchaba atentamente cada palabra que profesaba su boca, y a la vez pude ver como su mirada irradiaba un toque de pureza e inocencia. Finalmente, alguien nos interrumpió, llamándonos para la hora de la cena, que por cierto allí hacíamos las cosas temprano, como por ejemplo ir a la cama para poder madrugar. 

Lamentablemente las vacaciones terminaron, y por cuestiones de trabajo, colegio, tareas y quehaceres diarios, ella y yo nos distanciamos un poco, dejamos de hablar por un buen tiempo, y como era de suponer, ya no tenía noticias de ella, pasaron muchas cosas entonces. Yo empecé a salir con una amiga que un primo me presentó Elisa, y justamente estudiaba en la misma universidad que yo, se notaba que yo le gustaba, pero ella a mí no, o tal vez, algo dentro de mí, me decía que no era el tiempo ni el momento para volverlo a intentar con alguien, de todos modos, llevábamos una buena relación de amistad y pasábamos las tardes juntos haciendo tareas, estudiando o sencillamente salíamos a caminar por algunos rincones de la ciudad.

Al cabo de unos meses, recibí en mi casa una invitación de Sofía, aquella muchacha que conocí en una bella y plácida tarde en el cumpleaños de mi abuela. Recuerdo que me tomó por sorpresa lo que me confesó esa noche de su fiesta en particular. 

Desde luego, fueron las palabras más dulces y sinceras (porque así las sentí) que mis oídos pudieron haber escuchado y que me dedicaste, combinadas con la mirada más tierna y profunda que mis ojos pudieron ver en toda mi vida… 

El día de su fiesta de quince años llegó, la cual se desarrolló en un amplio salón en el centro de la ciudad. El lugar como era de esperar, estaba decorado de acuerdo a la ocasión. Yo fui a la fiesta acompañado de Elisa. La noche empezaba a tomar forma, música agradable, aperitivos de vez en cuando, invitados que llegaban e iban ocupando cada una de las mesas y al fin, Sofía apareció con un deslumbrante vestido rosado. Al verla nuevamente, al cruzar miradas, sentí muy extrañado, como ligeramente mi corazón iba incrementando su latir. Es que, bajo las luces de aquel gran salón de eventos, ella parecía tan perfecta. 

Llegó la hora más esperada, la del vals. Las luces se apagaron por completo, enseguida, un destello de luz se encendía sobre la figura de la quinceañera y su padre que la sacó a bailar. La música característica empezó a sonar. Había estratégicamente quince mesas alrededor de todo el salón y sobre cada una de ellas, había una vela. Bien, los dos empezaron a bailar y su padre la iba llevando por cada una de las mesas, con el propósito de que ella vaya apagando cada una de las quince velas. 

Terminado el acto, todo el mundo salió a la pista de baile, en esos momentos, me llené de todo el valor que podía, y me dirigí directo donde Sofía, su padre vio mi intención y muy amablemente me concedió bailar con ella.

Y en esos instantes, al volverte a ver tan cerca, tan fijamente a tus ojos, noté como un poco de nerviosismo recorría mi cuerpo. 

Sus ojos brillaban mientras me miraba sonriente, entonces puse mi mano derecha sobre su cintura, puse su mano izquierda sobre mi hombro derecho e inmediatamente entrelazamos nuestras otras manos y al fin, empezamos a bailar. 

¡Heyyy!…cuánto tiempo —acercándome al oído le dije suavemente.

Demasiado… —me contestó de inmediato. Continuamos bailando.

Yo no era muy bueno diciendo cumplidos, muy raramente me salían, pero cuando estaba junto a ella, ella me inspiraba. Ella me impulsaba a decirle muchas cosas, así que terminé por decirle que parecía toda una princesa, y es que, era verdad.

Empezamos a ponernos al tanto el uno del otro de los largos meses que no nos habíamos visto ni hablado, y me contó que conoció un chico que le gustaba mucho desde hace ya algún tiempo, además me pedía consejos de cómo sería la forma correcta de acercarse a él.

Al oír todo aquello, por alguna extraña razón dentro de mi estallaba una rara mezcla de sentimientos: celos, enojo, rabia, ira… aunque aparentara que no pasaba nada mientras bailábamos, tan juntos… 

Le pregunté muy intrigado por la identidad del sujeto que describía, no me dio respuesta alguna, sin embargo, finalmente rompió el silencio y comenzó a darme detalles del aspecto físico del tipo. 

Fui muy idiota, o ingenuo tal vez, nunca hubiera imaginado que era a mí a quien describías tan emocionada…muy detalladamente…

Mientras me contaba, ella puso sus brazos tras mi nuca, y yo la acerqué aún más a mi cuerpo tomándola de la cintura. Estuvimos mucho más pegados, tan sólo entrelazando nuestras miradas. Tuve la leve impresión de que en una ocasión nuestros labios, estuvieron demasiado cerca, a tan sólo milímetros de hacer contacto, inconscientemente le quise corresponder. Pero, no, no podía ser posible. ¡Era una locura! Desistí del intento de inmediato, pues tal vez sólo era mi imaginación pasándome una mala jugada. Ella no se percató por todo lo que pasaba por mi mente, así que solamente se acercó para apoyar su cabeza muy sutilmente sobre mi pecho mientras bailábamos lentamente la melodía de fondo, estando así, sólo sentí mágicamente que éramos ella y yo danzando hacia algún lugar colorido del espacio, como si estuviéramos sobre las nubes, pese a que el salón se encontrara repleto de personas. 

¡TE AMO!, ¡TÚ ERES A QUIEN QUIERO!, ¡SÓLO TÚ! Es por eso que… no quiero verte triste por todas las historias de amores pasados, no quiero. Quiero ser ese pedacito de tu corazón que te demuestre que no todo en la vida es… tristeza… Desde hace mucho tiempo siento que te he amado… y solamente quiero estar junto a ti, quiero darte todo mi amor y todo mi cariño. Me enamoró tu forma de ser, tu particular manera de pensar, tu forma de ver la vida, simplemente me encanta la persona en la que te has convertido pese a todo y es por eso que... solamente quiero estar a tu lado, siempre…cuidándote —Ella me confesaba inesperadamente, mientras veía como una lágrima recorría por su mejilla. 

Yo… yo simplemente enmudecí y quedé impactado a la vez por todo lo que escuchaba, por todo lo que ella me decía. Al oír todas esas palabras, sentí como el alma, todo mi cuerpo se revolvía, llenándose de fuertes sentimientos que no tenía muy claros. Todo, todo era demasiado confuso y repentino a la vez.

¡Estás loca!, ¡Todo esto no puede ser posible! Lo nuestro no puede ser, somos familia por el amor de Dios, debes…debes estar confundida. —yo al fin respondí muy desconcertado. 

Se acabó la música, me separé de ella y el resto de la noche continuamos como si nada hubiese pasado. La hora de la fiesta terminó. Al regresar a casa, recostado en mi cama, seguí muy pensativo, recordando todo lo que terminaba de ocurrir esa noche. Estaba claro que también empecé a sentir algo por Sofía desde hace ya algún tiempo. Pero, pero no estaba bien, no era correcto que tuviéramos algo ni estaba bien que estuviéramos juntos como pareja. Nadie lo aceptaría. 

Sim embargo, pasados algunos días, sin saber nada de ella, cada noche solía quedarme horas pensando y recordando mucho en todo lo que había pasado. Entonces, muy decidido tomé mi celular y la llamé

Sofi, tenemos que vernos…tengo… tengo algo muy importante que decirte…espérame afuera —y de inmediato colgué.

Sin importar nada, mientras iba camino a nuestro encuentro, en horas de la noche, me decidí… Y fue la mejor decisión que haya tomado… decidí amarte a pesar de todo lo que pudiera ocurrir… 

Cuando llegué, ahí estaba, esperándome en el patio posterior de su casa. Y cuando la vi, instintivamente corrí de inmediato hacia ella, entonces tomé sus manos y las sujeté firmemente. 

Sofía, querida Sofi… te pido perdón por lo que pasó aquella noche, perdón por mi reacción y las fuertes palabras que te dije. Discúlpame si te lastimé…enserio lo siento mucho…sólo que… lo he pensado mucho…sabes… no quiero negar ni seguir ocultando todos estos sentimientos que también, desde hace mucho tiempo he guardado por ti… Quiero… quiero corresponder a tus sentimientos. Quiero jugármela por ti, quiero aceptar este amor que claramente existe entre los dos, no quiero negar la felicidad en nuestras vidas, no me importa lo que digan ni lo que piensen… ya no más no. Solamente quiero construir contigo una maravillosa relación. Deseo…en verdad deseo y anhelo enfrentar al mundo tomado de tu mano…Quiero que seamos novios, que seamos tan sólo tú y yo, infinitos en el universo, porque… porque mi amor por ti es transparente y sincero… —me declaré.

Tan desconcertada me miraba, mientras terminaba de escuchar toda mi declaración de amor por ella, pude ver cómo, su respiración se agitaba y de pronto, empezaba a llorar. 

Sobre aquella luz de la luna, y cielo estrellado de aquella noche, para calmarla, la abracé. La abracé tan fuerte que sentí como todo iba cobrando sentido, como las dudas se despejaban, como las penas se aliviaban, como aquellas partes rotas, aquellas cicatrices se curaban, como todo llegaba un punto de calma y miles de sentimientos nos rodeaban. 

Finalmente el frio de la noche ya no se sentía, nos sumergíamos en un ambiente de calidez, porque, aun quedándonos en silencio, al mirarnos, nos entendíamos perfectamente, y en medio de sus sollozos, limpiándole las lágrimas, levante con mi mano su barbilla, me acerqué mucho más y cerrando mis ojos le propiné un largo y dulce beso en sus labios, sellando todo lo que sentíamos. Pude percibir como cientos de cosquilleos recorrían mi estómago a lo largo de todo mi cuerpo, miles de sentimientos estallaban en una sola acción. 

Sinceramente cuando te besé por primera vez, nuevos sentimientos me atravesaron, sentimientos que nunca había tenido antes por alguien y que despertaste, sentimientos tan puros, tan sencillos, tan desmesurados. Simplemente sentí grandes emociones dentro de mí, y no es algo que puedo explicar con palabras, es algo que se siente, se siente en lo más profundo del corazón y que es como una llama que se mantiene viva ahí alumbrándolo todo. Y supe, supe inmediatamente que sería el comienzo de algo hermoso, verdadero y eterno. 

Lo que vivimos después fue algo fantástico, sacado de alguna hermosa historia de fantasía. Las semanas que vinieron fueron tan espléndidas, y aunque, cada uno retomó su vida cotidiana, quedábamos en vernos de vez en cuando, o llamarnos frecuentemente por las noches. En ocasiones yo la visitaba por sorpresa en su casa, ahí era cuando teníamos decenas de aventuras, viajando, recorriendo muchos lugares, salíamos a nadar, jugábamos algún deporte solos o con amigos, íbamos a conciertos, nos reíamos tanto al subirnos en algún juego en el parque de diversiones. 

Sencillamente el tiempo que pasábamos juntos era en verdad único y maravilloso. No lo sé, pero resultaba muy divertido charlar con ella por horas, mi vida se iba tornando un tanto más alegre, me divertía escuchar las ocurrencias de nuestras largas conversaciones, pasábamos horas contándonos hasta el más mínimo detalle de lo que cada uno hacía en su día. Esos, aquellos pequeños detalles de ser escuchado, su buen sentido del humor, esa particular forma de entendernos mutuamente, de sonreírnos, de conectarnos, la usual forma de mirarnos profundamente, tal vez fueron algunas de tantas razones que me di cuenta que ella, sin duda, era alguien especial y una mujer única en el mundo. Fueron tantos, innumerables meses que compartimos y todos ellos llenos de absoluta felicidad. 

Era el día de un 14 de Febrero cuando, luego de salir de la fiesta de cumpleaños de unos amigos al anochecer, ambos salimos apresurados. El invierno era inminente y pues, como era de esperar, vendría una gran tormenta, sabíamos de antemano que sería una larga noche de lluvia, así que, por esa razón decidimos irnos temprano a nuestros hogares. De camino a la casa de Sofía, notamos como caían ya algunas gotas de lluvia y empezamos a correr, a pesar de ello, cuando llegamos, los dos terminamos empapados. 

Esa noche, sus padres estaban fuera de la ciudad por cuestiones de trabajo. Su hermano tampoco se encontraba, debido a que ese día viajó a la casa de unos tíos para pasar sus vacaciones allí. Yo solamente quise una vez acompañarla a su casa, retirarme e irme de inmediato a la mía, pero, Sofía me detuvo, me tomó del brazo 

Corazón, no te puedes ir así nomás mojado y como está el tiempo, te resfriarás. Por lo menos espera a que pase la lluvia para que te vayas. Ven, entra, te daré algo de ropa seca primero. —ella me dijo en tono preocupada.

Yo simplemente asentí.

Yo estaba tiritando del frío, entonces ella me ofreció una toalla y alguna ropa seca de su hermano que más o menos era de mi talla, así que no hubo inconvenientes por tomar prestada aquellas prendas y me cambié en su sala. Al terminar, puse la ropa húmeda sobre algunas sillas y me senté en un sofá que había allí.

Grandes truenos se escuchaban en la lejanía, era como si el cielo se partiera y se derrumbara. Se podía oír claramente como la lluvia caía con más fuerza sobre el tejado, caía tan precipitadamente como si nunca fuera a parar. Mientras tanto, miraba por la ventana y pude observar como por algunas calles inclinadas, recorrían grandes cantidades de agua, como si formaran pequeños riachuelos que terminaban en algún lugar incierto de la avenida principal. 

Repentinamente, hubo un apagón, nos quedamos a oscuras. Sofía terminaba de cambiarse, cuando, solamente pude oír cómo me llamaba con aquella característica dulzura de su voz desde algún punto incierto entre las tinieblas. Empecé a llamarla de la misma forma, y por unos instantes, hubo una gran incertidumbre, nos sentimos un tanto temerosos, de no encontrarnos, de estar tan separados, tan alejados, pese a que la casa fuese pequeña. Con mis manos, trate de palpar algo aleatoriamente en aquella negrura, guiándome por la voz de Sofía, y ella hacía lo mismo. 

Cuidadosamente, avanzando de a poco, teniendo cuidado de no caernos, o de golpearnos con varios objetos, nos seguíamos buscando. Hasta que al fin, nuestras manos hicieron contacto, se encontraron, entrelazándose de inmediato, estaba emocionado por volver a sentirla cerca, mi corazón volvía a sentirse tranquilo. Nos encontramos en un estrecho pasillo y nos abrazamos. 

Te extrañe —decía con una breve risilla 

¡Hey!, yo te extrañe aún más, jamás vuelvas a apartarte de mí —le respondí. 

Aunque no viera nada, pues no lo necesitaba, sabía perfectamente el lugar donde se encontraban sus pequeños labios, y la besé. Ella me correspondió dándome cortos besos mientras la apoya ligeramente sobre la pared de aquel pasillo. Nuestros besos se intensificaron, los inocentes besos, se volvieron más más apasionados, duraderos y lentos. 

Noté como su corazón palpitaba apresurado, nuestra respiración se iba incrementando de apoco. Despacio, fui introduciendo mis manos bajo el fino camisón que sentía que llevaba puesto, entonces desde su boca, empecé a recorrer dándole suaves besos por su mejilla izquierda, pasando por su oreja, exhalando con mi aliento brevemente, luego continúe, bajando por su cuello, así mismo dándole suaves y cortos besos. Entretanto, ella solamente deslizaba sus manos sobre mi espalda apretándome muy fuerte contra ella, entonces sentimos el calor de nuestros cuerpos mutuamente. 

Envueltos entre nuestros brazos, poco a poco caminábamos lentamente mientras nos besábamos. Cuidadosamente la dirigí hacia la sala recostándola sobre el sillón que antes había encontrado. Sin apuros, sin prisas, dejábamos que todo fluyera, mientras la inundaba de caricias por toda su tersa piel, mientras recorría rozando con mis manos cada centímetro de su cuerpo, mientras nos despojábamos del resto de nuestra ropa, mientras nos desnudábamos dando libre albedrio a nuestros instintos más básicos. En algunas ocasiones pude apreciar su bello rostro y por supuesto, su hermoso cuerpo completamente desnudo, en el momento en el que caían relámpagos y su luz se filtraba a través de todas las ventanas permitiendo alumbrar todo lo que ocurría sobre aquella acogedora sala. Fue cuando el momento se volvió tan caluroso, el deseo cobró vida, y nos fuimos entregamos a él poco a poco. 

Nunca olvidaré esa noche en la que le hice el amor por primera vez a Sofía, en donde la hice mía, en donde fue mi mujer por primera vez. Si, aquella noche en donde también fui suyo, en donde fui su hombre por primera vez. Hicimos el amor de la manera más sutil, tierna y llena de sentimientos que pudiera haber, desfogando todo nuestro amor el uno por el otro, minuto a minuto, amándonos intensamente… A las afueras, solamente se escuchaba las gotas que salpicaban continuamente sobre pequeños charcos de agua, como dando una natural melodía de fondo a nuestro preciado acto de amor. 

A primera hora de la mañana, me despedí con un dulce beso. Sus besos siempre eran mágicos, el efecto de su sabor, de los sentimientos que conllevaban, me duraban todo el día. Luego de una noche intensa de lluvia, por fin las nubes iban dando paso a la llegada del sol, y consigo el característico cántico de aves, aves que despertaban sobre ramas de algún árbol ubicado sobre el jardín de alguna vecindad. Y es que, nunca me había sentido feliz en muchos años, como aquel día. Me imaginé que sería un día fabuloso, que sería un gran día soleado lleno de cosas buenas. 

Pero me equivoqué, no supe que en algún punto toda la felicidad que estábamos construyendo se iba a desmoronar… 

Después de esa fantástica noche a solas, la noche que nos entregamos en cuerpo y alma, la noche que consumamos nuestro amor, dimos rienda suelta a nuestra imaginación, vinieron nuevas experiencias, nuevos encuentros, algunos fugaces y otros duraderos, es que, nuestros cuerpos nos llamaban, se deseaban el uno por otro, era algo inevitable. Cada encuentro era mágico y diferente, pero siempre, sobre todo lleno de amor y múltiples sentimientos verdaderos. Esos espléndidos meses fueron llenos de un magnífico tiempo de calidad juntos.

En ese tiempo pude experimentar, pude sentir lo que era el verdadero significado del amor… lo nuestro fue un romance muy lindo; la forma de querer cuidarte, de cómo sentir que cada día que pasaba, se podía amar aún más… sólo contigo mi amada Sofía, sólo contigo pude experimentar muchas cosas que jamás habría pensado. Es que todo lo nuestro era demasiado perfecto para ser cierto; el que nuestros fuertes sentimientos sean correspondidos mutuamente; amar y ser amado. 

Alguien había estado contando a los padres de Sofía acerca de que me veían muy frecuentemente con ella, que no era normal. Pero, la gota que derramó el vaso, fue que les informaron sobre el día en que me vieron salir de su casa esa mañana, aquel día que pasamos juntos ella y yo. Los tiempos difíciles vinieron, demasiadas tempestades llegaron, era como una espesa nube que iba opacando todo el brillo de nuestra relación, era como si de pronto sombras oscuras se interponían entre nosotros, alejándonos, sofocando y no permitiendo que siguiera avanzando todo lo nuestro. No lo vi llegar, no sabía que sería el comienzo de desastrosas noticias para nuestro amor, porque era así, era un amor que lo llevábamos en secreto. Porque… porque nadie iba a poder entenderlo, nadie podría entender los fuertes lazos que nos unían y la manera intensa de amarnos, esa manera tan pura, tan sincera, tan apasionada, esa manera que sólo los dos bien conocíamos.

Todo el mundo se nos vino encima; un día al salir de la universidad, el hermano de Sofía llegó con un par de amigos, desprevenido me empujó por la espalda tan fuerte que perdí el equilibrio y me caí al suelo. Sentí como fuertes dolores se producían por todo mi cuerpo, eran ellos dándome patadas, como cobardes. Después de tantos golpes e insultos que recibí, empecé a sangrar, y entonces se detuvieron. Él me amenazó furioso, mencionaba que iba hacer que me encarcelaran si me veía cerca de ella de nuevo, Mi familia también se puso en mi contra, y como era de esperar, no aceptaban que tuviera una relación con ella. Los padres de Sofía no se quedaron atrás, me prohibieron verla o siquiera hablarle. Le quitaron cualquier medio por el cual se pudiera comunicar conmigo. Es más, en un acto desesperado, hicieron todos los trámites necesarios para enviarla a estudiar al extranjero una semana después. El tiempo corría en nuestra contra. 

Entre tanto, a Sofía como a mí, se nos destrozaba el corazón, era tanta la tristeza, que sentimos que todo el cielo que pudimos palpar algún día, todo de pronto se volvió un infierno. Todo se transformó de un bonito sueño, en una horrenda pesadilla. No entendía porque cuando la felicidad está a tope, de un momento a otro, se esfuma. Simplemente no entendía porque la vida una vez más, terminaba por hacerme sufrir. 

Pero esta vez quería que el destino que tenía escrito fuera diferente, esta vez lucharía con todas mis fuerzas para retener a la persona que amo en mis brazos. En la madrugada, un día antes de su viaje al exterior, decidí ir a la casa de Sofía, había estado planeando algo esos días antes de su partida. En un rato de descuido, muy sigilosamente agachado, llegué hasta la ventana de su habitación, me levanté y la vi… ahí estaba ella, se encontraba recostada en su cama sujetando la pareja de osos de peluche que le obsequie en los primeros meses de novios, tenían la peculiaridad de que estaban unidos por sus manos y sobre ellas llevaban un corazón, adicionalmente recuerdo que fui a un almacén e hice que grabaran nuestros nombres sobre cada uno, y una pequeña leyenda en la parte baja del corazón que decía: «Juntos, hasta el final de los tiempos»

Toqué levemente el vidrio de su ventana, de inmediato ella volteó a verme, le hice señas con mi dedo índice en mi boca, haciendo entender que debíamos estar en silencio. Ella asintió mientras se limpiaba algunas lágrimas, noté como tenía ojeras producidas por tanto llorar. Se acercó y afortunadamente por la ventana pude hacerme escuchar 

Oh, mi amor… mi amada, como te he extrañado estos días, no sabes cuánto. Han sido tan sombríos y difíciles los días sin ti, sin tu amor… No voy a permitir que nadie… escúchame… no permitiré que nadie nos separé nunca más, nadie entenderá este amor que sentimos en lo más profundo del alma… así que, ven conmigo, por favor. Mira, compré unos pasajes de autobús para irnos lejos, muy lejos de aquí… Te prometo un lugar en el que te pueda amar libremente sin ser juzgado, ni mal visto… solo juntitos mi amor, tan sólo tú y yo —Le susurré.

Al terminar de hablar, pude ver a través de sus lágrimas, como en sus ojos se encendía una pequeña haz de luz y brillaban, era ¡Vida!, nunca los había visto tan hermosos, en su boca se formaba una gran sonrisa, tan tierna que opacaba la desdicha que sentíamos antes. Entonces puso sus dedos índice y medio en sus labios humedeciéndolos y como enviándome un beso volado tocó el cristal de la ventana. Inmediatamente se volteó y empezó a empacar sus cosas. Al cabo de unos minutos se cambió poniéndose ropa abrigada y estuvo lista para salir. Así mismo abrió muy cuidadosamente la puerta de la habitación y la de su casa, entonces salió. 

Estaba tan emocionado con la idea de huir juntos, buscaba un lugar donde enérgicamente pudiera profesar mi amor por ti, sin que nadie se oponga…. 

Después de correr tanto, hasta llegar a la avenida principal, nos esperaba la buseta de un viejo amigo, por fin, nos sentimos aliviados, y aquella dulce sensación de estar juntos de nuevo era realmente maravillosa. Le dije a mi amigo que acelerará lo más que pudiera, que nos saque y nos lleve al terminal lo más pronto posible. Es que sencillamente ya no quería mirar atrás, no quería. Sólo en mi mente se acumulaban las ganas de formar un futuro con Sofía, casarnos, formar una gran familia y como en los cuentos de hadas, ser felices por siempre. 

Pero, en la mayoría de las veces, no todo sale como lo planeas…

No sabía que mi amigo había tenido exceso de trabajo esa semana, y que al pedirle el favor de que nos llevará hasta el terminal de la ciudad, no pudo negarse, pues le conté la historia con Sofía mi novia, y los problemas que tuvimos, además me vio muy entusiasmado con la idea, y los dos éramos como hermanos, nos conocíamos y llevábamos muy bien desde el colegio, pese a que no habíamos tenido contacto en años. Justamente al llegar cerca de una sección transversal, la luz de un semáforo se puso en rojo frente a nosotros. Mi amigo, en un descuido, por efecto del cansancio, brevemente cerró los ojos mientras conducía por la autopista e hizo caso omiso a la señalética. De pronto, una volqueta recorría por la calle cruzándose en nuestro camino. Abracé tan fuerte a Sofía entre mis brazos como pude y le propiné un beso en su frente, cerramos los ojos como esperando todo el impacto del choque.
Abrí por unos instantes lo ojos, y escuché, escuché sirenas de una ambulancia, luego murmullos de gente gritando, luego paramédicos llevándome sobre una camilla, luces blancas por todos lados, y solamente me preguntaba dónde estaría mi querida Sofía, tan sólo quería saber si se encontraría bien. 

Al recibir la noticia, fue como recibiera un balde de agua frio, quedé anonadado, sin respuesta alguna. Al escuchar las palabras más duras de toda mi vida, escuchar que mi Sofía había fallecido, sentí como se me rompía el corazón, el alma y la vida misma. Al observar las fotos del accidente, vi como la buseta en la que viajábamos quedo hecho trizas. Mi amigo quedó parapléjico, y yo por mi parte quedé en coma por varios meses, hasta que desperté. Además, sufrí una lesión cerebral, la cual me quitó el habla… para siempre. 

Al final, todos se sintieron tan mal, tan mal por la muerte de ella, y por lo crueles que habían sido con nosotros, y por todo lo que nos obligaron a hacer, estaban tan arrepentidos. 

De toda esta amarga historia, al final me di cuenta que el amor te llega sin esperarlo, no lo prevés, ni lo buscas. Simplemente llega, llega y sólo tienes que aceptarlo, sólo tienes que dejar que entre a tu vida, porque es como un vagón de tren en el cual te subes y te lleva a un largo viaje sin retorno, marcándote de por vida, y por supuesto, luego de todo lo vivido no vuelves a ser el mismo, porque éste no distingue de lazos de sangre ni mucho menos edad, peor distancias, porque al final de cuentas, sólo son números. Hoy en día vivo alimentado por la nostalgia, y miro como el pasar del tiempo pasa tan apresurado, como aquel amor de verano, que huyó de nuestras manos.

Con mucho cariño tu amado, quien cada noche 
sigue a la espera de esa tu señal, 
de que sea la hora y me lleves contigo. 
Sigo con la esperanza de que algún día, 
no muy lejano…nos volvamos a ver. 


Por siempre, tan sólo tú y yo, 
hasta el final de los tiempos, mi gran amor.

Relato, Amor, Ímpetu de letras

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domingo, 22 de enero de 2017

Edén

      Recuerdo que era la fría mañana de un lunes como cualquier otro. Al despertar, pude oír claramente como pequeñas gotas continuas de agua impactaban sin cesar sobre el cristal de la ventana de mi habitación. Naturalmente, quería quedarme en el refugio de mi cama por varias horas más, incluso toda la mañana. Pero, al cabo de unos pequeños minutos, logré reunir toda la fuerza de voluntad que tenía en esos momentos y finalmente como un acto heroico, me levanté.

      Tomé una ducha, me vestí, desayuné algo rápido y al ver la hora en mi celular me asusté. Apresurado, cogí mi maleta y salí de mi casa a paso rápido con la esperanza de tomar un taxi de inmediato e ir a la Universidad en donde estudiaba.

      Siempre, las mañanas de lluvia, el ambiente se torna un tanto opaco, apagado y a veces algo triste para muchos; ya que, no se puede realizar muchas actividades al aire libre como lo harían en un día soleado, aun así, a mí en lo personal me gusta mucho la lluvia; en especial cuando llega acompañado de truenos y relámpagos. Es una especie de paisaje espectacular ver la lluvia caer; a la vez, el poder admirar como inesperados rayos se forman entre las nubes y caen en algún lugar lejano de vez en cuando.

      Por otra parte, el tráfico se pone terrible y las calles suelen estar envueltas en un frenesí de gritos de chóferes exaltados e intensos pitidos de sus vehículos, gente corriendo de un lado para otro buscando refugio en el umbral de la puerta de alguna casa. En fin, todas aquellas personas ansiando llegar a tiempo a su destino.

      Mientras tanto, yo esperaba en la avenida principal de mi casa a que pasara un taxi que no estuviera repleto. Muchos pasaban llenos, llevando a padres o madres con sus hijos, apurados dirigiéndose a sus respectivas instituciones educativas. Lamentablemente, no tuve suerte de encontrar uno disponible por unos diez minutos en aquellos instantes; hasta que, por fin logré divisar uno que llegaba en la lejanía al otro extremo de la calle, alcé la mano y éste prendió fugazmente las luces delanteras del automóvil, como si el vehículo parpadeara, esa era precisamente la señal que necesitaba, comencé a correr.

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      Mateo era un buen hombre, trabajaba incansablemente cada día, y el tiempo le alcanzaba poco para pasarlo cada día con su hijo Tommy, aun así, desempeñaba un importantísimo y complicado papel de padre y madre a la vez cuidando a su querido hijo de tan sólo siete años de edad. Un día, su madre sin explicación alguna, como poseída; cogió furiosa una maleta, puso varias de sus cosas y se marchó sin contemplaciones cuando el pequeño Tommy tan sólo tenía dos años.

      El pequeño aunque pasaba muchas de las veces solo en casa, no se sentía como tal, el tiempo volaba por las tardes; luego de hacer sus tareas escolares, se sentaba frente a la TV y veía sus tan graciosas caricaturas, o también en ciertas ocasiones se rodeaba de todos los juguetes y peluches que más podía e inventaba historias, un mundo ficticio de héroes y villanos enfrentándose hasta la muerte. Es así como pasaba acompañado con sus pequeños amigos cada día, en aquellos mundos mágicos en el interior de su reducida habitación.

      El chico era muy listo, demasiado perspicaz para su edad, se daba cuenta fácilmente de muchas cosas que pasaban a su alrededor; como las veces en que su padre llegaba agotado por el trabajo y no quería hablar, ocasiones cuando estaba enojado por alguna travesura que hizo (muchas de ellas no eran a propósito), ahí sabía que esos eran los momentos cuando no debía acercarse para nada a su padre. Así como había los malos momentos, también existían los buenos, aquellos que en los que se reían por todo, se divertían sin parar cuando jugaban juntos, o cuando simplemente salían al parque a pasear, contemplando paisajes, respirando aire puro, así como el ver a otros niños jugar por los alrededores. Todos esos cortos momentos de calidad que le brindaba su padre, eran suficientes razones para que el pequeño quiera inmensamente a su papá, él apreciaba mucho aquello, porque a final de cuentas, eran los dos enfrentando al mundo y sobretodo estaban juntos, y eso, eso era todo lo que importaba.

      A la medianoche de un domingo, Tommy despertó súbitamente, agitado y enrojecido empezó a gritar muy fuerte, rápidamente sus ojos se le llenaron de lágrimas y lloró, lloró desconsoladamente como nunca antes lo había hecho, sus ojos se le empezaron a hinchar en el acto. Mateo por su parte, se asustó considerablemente. En los pequeños años que han pasado junto a su hijo, nunca lo había visto llorar de esa manera, o tal vez era la primera vez que lo veía tener una pesadilla, no lo recordaba tan bien. Entre lágrimas, el muchacho empezó a balbucear algunas palabras y extendió sus brazos, solamente buscaba que su padre lo abrazara y que nunca se apartara de su lado.

      El joven Tommy sentía que algo “malo” iba a pasar, lo sabía muy bien, como muchas cosas que ha presentido desde que tiene memoria, pero esto no eran como una de las cosas que había sentido antes; era algo mucho peor y no quería, rogaba para que no suceda. Abrazo fuertemente a su padre, sintió tanta paz y calidez entre sus brazos, y poco a poco se fue olvidando de tan horrible pesadilla, consiguiendo dormirse una vez más.

      Al día siguiente, Mateo despertó un poco más tarde de lo que solía, lo que le llevo hacer las cosas tan apresuradamente como podía, se alistó para salir y a su hijo también, una vez dentro del vehículo, arrancó. Esa mañana, para su mala suerte, amaneció lloviendo, y cuando eso pasaba, las calles solían congestionarse de carros por doquier. No le gustaba para nada ello, a pesar de todo, hacía lo que podía por rebasar, y conducir velozmente hasta llegar a la escuela de su niño, iba a llegar tarde a la entrada, y por ende no lo dejarían entrar, no podía darse el lujo de que pasara eso.

      En una avenida principal, el hombre creyó que podría pasar el semáforo en naranja, su adrenalina le llevó a presionar el pedal del acelerador a fondo, creyó, confió en que lo lograría, estuvo a punto de lograrlo… cuando, repentinamente vio como un joven cruzaba la calle corriendo. Mateo no tuvo tiempo de reaccionar.

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      Apenas, lo único que pude hacer fue voltear a ver, vi como dentro de un automóvil un señor y su hijo se aproximaban a toda velocidad. Casi al instante, mi cuerpo se paralizó y recorrió un sentimiento de peligro, de angustia que me hizo estremecer, cerré los ojos por acto instintivo, sabía lo que vendría.

      Noté como un dolor muy intenso, recorría desde un costado de mi cuerpo hacia el resto, sentí como los huesos de mi costilla, cadera y pierna se rompían fácilmente como pequeños cristales y por dentro sentía como que algo estallase y fuera a reventar. No podrían imaginar el grado de dolor que sentí en aquellos segundos, era indescriptible.

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      Por su parte Mateo tampoco salió muy librado del accidente. El cuerpo del joven se estrelló por completo contra el parabrisas, vidrios y cristales rotos salieron despedidos dentro del auto. Mateo alcanzó a girar el volante hacia un lado, acabándose de chocar por completo contra la pared de una casa.

      El impacto fue tremendo, tal que la cabeza de Mateo se pegó muy fuerte contra un vidrio incrustado en el volante, además de otros cortes demasiado profundos en su cuello, se empezó a desangrarse en el acto. El pequeño Tommy aunque también sufrió algunos golpes, alcanzó a escuchar el griterío de la gente asustada afuera y el sonido de sirenas que se aproximaban. El niño con los ojos muy abiertos de la impresión, se quedó inmóvil, con su pequeño corazón palpitándole con fuerza. Se quedó en estado de shock, tan asustado y temblando por todo lo que terminaba de ocurrir.

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      Aun sintiendo un poco de dolor por todo el cuerpo, poco a poco fui abriendo los ojos; sentía los párpados tan pesados como cuando alguien acaba de despertar de un sueño muy profundo.

      Estaba ahí tendido, apreciando una especie de cielo claro y bien iluminado, aunque no veía el sol por ningún lado, no era azul tal como lo conocía, tampoco había nubes, pero era una especie de blanco, blanco como las nubes pero ocupaba todo el firmamento. No sentía el viento como tal en mi piel, pero una especie de frescura lo atravesaba. Sentí que todo el dolor se desvanecía y una clase de calidez llegaba a cada parte de mí. Me sentí mejor y entonces me levanté.

      El lugar en el que me encontraba en esos momentos fue alguna especie de campo, con césped húmedo que llegaba hasta el horizonte. En ciertos tramos del camino había flores de toda clase, muchas de ellas desconocidas, también muchas otras transparentes, pero todas con colores muy vivos, incluso una mezcla de colores que nunca había visto antes.

      Recuerdo que caminé por varios kilómetros, hasta que vi una especie de colina, y corrí hacia ella. Misteriosamente en todo el trayecto no sentí nada de cansancio ni agotamiento físico, siempre me sentía en óptimas condiciones. Al llegar vi como gigantescos árboles nunca antes vistos, estaban dispuestos en forma de entrada hacia algún lugar incierto. Tenían extraños símbolos grabados de múltiples formas geométricas de toda clase y simetría perfecta recorriendo como canales por sus ramas, también por su tronco y hasta en sus hojas, que por cierto eran de forma hexagonal.

      En aquella gran entrada existía una capa, una gran membrana brillante y multicolor que se mecía como si fuera un líquido vibrante suspendido en el aire. Al acercarme más, observé como se iba formando mi reflejo, como si fuera alguna especie de metal o cristal y que no permitía ver que lo que había detrás de ella. Al tocarla con mi mano derecha, ésta se meció más, hasta que hundí mi mano por completo dentro, dando la sensación de entrar al agua, y sin importar nada, finalmente salté al otro lado atravesando aquella entrada.

      Caí en otro lugar, pero esta vez el suelo era el que resplandecía de luz, también había sombras que provenían de la multitud de árboles alrededor, estaba en una especie de bosque, el lugar estaba también en completo silencio como el anterior y tampoco pude escuchar algún tipo de ruido hasta esos momentos. No eran sonidos físicos como los conocemos y que los capta el oído humano, sino que, dentro de mi mente se formaban pequeños murmullos de cánticos de aves y animales que sonaban como eco en la lejanía.

      Mientras caminaba por un rumbo desconocido, a pesar de todo se podía apreciar un maravilloso paisaje sacado de algún lugar de fantasía y aunque no era para nada familiar, me sentía muy cómodo, un ambiente reconfortante en el que sentía tranquilidad, se sentía paz.

      En cada una de las hojas de cada árbol, como cámaras se distinguían millones de escenas: microorganismos moviéndose lentamente, insectos de toda clase, personas yendo y viniendo en las grandes ciudades, animales salvajes corriendo en praderas; algunos corriendo como depredadores, y algunos otros asustados corriendo para ocultarse de ellos, plantas moviéndose de un lado al otro, al ritmo del viento o lluvia, así como otras floreciendo en un día soleado, océanos furiosos llenos de tormentas e insignificantes tripulaciones tratando de sobrevivir ante ellas, mares tranquilos en los que gaviotas volaban en la superficie del agua acechando peces para atraparlos, también se veía como especies marinas de todo tipo nadaban de un lugar a otro, se divisaba como volcanes activos erupcionaban, así como había montañas y nevados tranquilos, se podía observar el espacio estrellado, cientos de astros, constelaciones hasta infinitas galaxias. Mis ojos no podían creer lo que veían, todo lo que vi era algo que escapaba a mi imaginación, era algo excepcional e insólito que hubiera un lugar en el que se podría observar todo lo que conocía y todo lo que me faltaba por conocer a la vez.

      Lo único que se formulaba en mi mente eran preguntas, cientos de preguntas de aquel fantástico lugar.

— ¿En dónde estoy? —pregunté.

      Por unos instantes todo se quedó tan callado como siempre, pero de repente, una voz parecida a la mía, pero en un tono más grave dentro de mi cabeza formulaba la palabra: EDÉN.

Me sorprendí mucho, no esperaba a tener respuesta alguna, entonces volví a preguntar.

— ¿Quién eres? —insistí.

El silencio se volvió a sentir por unos momentos. Nadie respondió

— ¿Para qué o cuál es el propósito de este lugar? —pregunté. Esperando que mis dudas fueran aclaras.

— UN LUGAR DONDE TODO EMPIEZA, ES AQUÍ DONDE TODO SE PURIFICA, DONDE TODO COMIENZA DE NUEVO, DONDE TODO SE FILTRA Y LLEGA A LA TIERRA EN SU ESTADO MÁS PURO. TODO ES UN CICLO… —La voz dentro de mi mente replicó.

— ¿Por qué estoy en este lugar? —contesté de inmediato.

— PARA QUE LO NARRES, TODO TIENE UN PROPÓSITO… —manifestó la singular voz.

— ¿Esté lugar es el cielo? —formulé.

— NO. NO EXISTE LUGAR COMO TAL… — la voz respondió. SÓLO ES UN LUGAR. LOS HUMANOS SON UNA ESPECIE EXTRAÑA, EN ALGÚN MOMENTO NECESITAREMOS COOPERAR Y NECESITAREMOS QUE ESTÉN PREPARADOS. BUSCAMOS QUE CADA GENERACIÓN MEJORE Y LOS QUE NO SE ADAPTEN, SU ENERGÍA Y ESENCIA SIRVE PARA ALIMENTAR ESTE LUGAR…

      Quise seguir interrogando a aquella voz pero, de inmediato dentro de mi cabeza se escuchaba: TODAVÍA NO ES EL TIEMPO… y de pronto, todo se nubló.

      Como si fuese todo en cámara lenta, vi como el trágico accidente, los carros, las personas, el tiempo se invertía en ellos y retrocedía, todo volvía a quedar en su sitio y regrese al momento en el que iba a cruzar la calle, sentí como si algo me jalara. Un carro pasaba a toda velocidad por la avenida. Luego de ello me subí tranquilamente al taxi y en el camino, al ver a través de la ventana trataba de comprender todo lo que había visto y sentido.

       Y fue así como aquel capítulo de mi vida quedara grabado en lo más profundo de mi mente, no estoy seguro de si todo aquello fue alguna especie de alucinación o algún tipo sueño pero, estoy seguro que es algo que nunca olvidaré, nunca olvidaré que viajé hacia algún lugar del mundo llamado… Edén.


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sábado, 14 de enero de 2017

Octubre

     Se dice que cada año, en un día en particular, en un mes especial como lo es Octubre, a las 00:00; los sellos que se encuentran en lugares inciertos y desconocidos esparcidos por todo el planeta se debilitan. Sellos que mantienen al mundo mortal y espiritual separado por una delgada línea espacial y espectral que impiden a los habitantes de cada mundo pasar de un plano al otro. 

     Miles de personas se reúnen angustiadas, algunas llevadas por sentimientos de soledad, algunas otras llevadas por la melancolía, aprovechan este día y realizan rituales oscuros con el único fin de abrir una pequeña brecha entre estos dos mundos. Esta gente solamente quiere traer de vuelta a un ser amado. Sin embargo, aquellos actos imprudentes son algo que no está permitido por las leyes que rigen el mundo del más allá, ni tampoco ésta gente sabe la magnitud del delito que cometen al realizar estos actos prohibidos. Todo tiene un precio… 

     Las puertas que se abren, no sólo dejan pasar a las almas humanas que alguna vez caminaron por este mundo terrenal, sino que también, demonios conjuntamente con otras criaturas aterradoras que gobiernan y habitan en tal mundo recóndito, buscan de esta forma llegar desesperadamente a nuestra realidad. 

     ¿La razón? Pues no es de extrañarse, que cada año tales portales se vayan deteriorando con los años, dejando pasar a gran cantidad de seres a este mundo. Muchos de ellos gozan alimentarse de sentimientos de miedo, sentimientos de dolor y de tristeza de los humanos, estos seres malignos logran apoderarse de sus corazones, de sus almas y sus cuerpos mortales. Tampoco es de extrañarse que a causa de ello, en las últimas décadas han aparecido asesinos seriales, gente que provoca atrocidades con animales indefensos, también con niños pequeños. En fin, gente que comete actos inhumanos que uno ni alcanza a imaginar. 

     Aunque los sellos, por una extraña fuerza mayor logren cerrarse antes que el día termine, y se lleven consigo a muchos espectros, algunos por suerte logran quedarse y cohabitar en nuestro mundo, ocultos. Ellos ahora mismo deben seguir masacrando y devorando almas, corazones humanos, para luego poseer sus cuerpos, es por eso que la maldad existe, y no descansarán hasta poblar y gobernar este plano terrenal, de igual manera como lo hicieron con el mundo espiritual. Es por eso que, en una noche de Octubre mientras duermas plácidamente, aunque sientas impotencia, nada podrás hacer; aunque corras, aunque te escondas ellos te encontrarán. Sólo tienes que resignarte y esperar…esperar a ver tu turno llegar para ser parte de “Ellos”.         


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