martes, 11 de octubre de 2016

Milo

     Milo corría, jugueteaba con una bola de hilo que su dueña dejó caer sobre la acogedora alfombra de su sala, ella como de costumbre tejía incansablemente cada día, pues se acercaba la época de navidad y aprovechaba para obsequiarles algo especial a sus queridos nietos. De pronto, a ella poco a poco le iba consumiendo el sueño hasta llegar al punto de quedarse profundamente dormida en su abrigado sillón. 

     El joven felino, una diminuta bola amarilla recién empezaba a descubrir, a explorar el mundo de su entorno a través de sus grandes ojos negros, pues todo lo que veía le parecía asombroso. Luego de aventurarse por toda la casa se sentía agotado y de un brinco saltó al regazo de aquella tierna ancianita. Sentía un vínculo tan fuerte hacía ella, siempre la buscaba esté donde esté para estar a su lado y acompañarla siempre. 

     El pequeño Milo dio un par de círculos y se acostó para de igual manera como ella cerrar los ojos y dormir plácidamente, adentrarse a aquel lugar mágico de sueños. En aquel mundo donde todo puede ser posible, nuevamente se encontraban un par de locos enamorados, de nuevo se veían y estaban felices por ello, el amor seguía tan vivo entre ellos. Después de todo, él aún mantenía su promesa de, a pesar haber muerto a causa de una terrible enfermedad terminal a mediana edad, seguir junto a su amada por toda la eternidad no importaba si aceptara tomar forma de un inocente y pequeño animal. Ella juró que siempre lo esperaría,

Relatos de Amor, Milo

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