martes, 11 de octubre de 2016

Identidad

     Era un magnífico atardecer como cualquier otro. Admiraba como los colores del cielo iban variando levemente desde un amarillo hacia un naranja irremediable. Mientras el sol, con rojas tonalidades, se iba mezclando naturalmente con el horizonte. Las nubes por su parte se confundían lentamente con las sombras de la noche que anunciaba su llegada. El mar intranquilo en una marcha interminable de ires y venires, deslizaba sus aguas que subían más y más por toda la orilla mojando de esta forma toda la arena a su paso.

     Cerré por un momento los ojos, como para de alguna manera, sentir la ligera brisa marina que me envolvía, como para de alguna manera oír el cautivador cántico de las aves a la lejanía, el choque aleatorio de las olas en el mar. Así que cerré por un momento los ojos, como para de alguna manera, intensificar todos aquellos reconfortantes sentimientos que me traía, el contemplar aquel maravilloso paisaje.

     De pronto, un sentimiento extraño recorrió mi cuerpo, un sentimiento frío inquietante, un sentimiento de desolación, de pánico y… ¿Miedo?

     Algo no estaba bien, sentía realmente que algo no estaba bien en aquel lugar. Al abrir los ojos, el panorama cambió completamente, llegó la oscuridad, y consigo a su paso las miles de estrellas características de la noche, no se encontraban en el cielo, ni las pequeñas nubes que en ocasiones las cubrían, Tampoco lograba identificar la luna en algún punto, es como si hubiese desaparecido en la infinidad del universo sin rastro alguno.

     Sin embargo, extrañamente podía ver a través de toda aquella negrura del ambiente. Seguía en el mismo sitio, continuaba en aquella playa. Angustiado, corrí desesperadamente para buscar a alguien, o llegar al hotel en el que me estaba alojando aquellos días de vacaciones. El terror me invadía, estaba realmente asustado, el corazón me latía sin parar vertiginosamente, podía escuchar cada latido claramente, y es que, por más que corría, sólo encontraba arena a mi paso, no recuerdo por cuanto tiempo corrí, pero no llegué a ningún sitio en concreto, caí al suelo y me quedé tendido para recuperar el aliento.

     Gire momentáneamente la cabeza hacia un lado, di un respingo al notar que, a unos escasos metros de mí había una sombra, una silueta que me observaba. Repentinamente, poco a poco se iba acercado y a medida que lo hacía, pude notar que, aquella figura no era para nada humana. Sus ojos rojos alargados brillaban entre la oscuridad, tenía una cabeza alargada, era como si su piel fuera transparente, no tenía un esqueleto o músculos como los humanos, pero a través de ella pude notar algunos órganos, que por cierto no eran mortales, todos latían a un ritmo descontrolado y que parecían flotar dentro de aquel ser, sus brazos alargados terminaban en una especie de punta como una única garra, y sus pies parecían pezuñas de alguna clase de animal. Estaba realmente horrorizado al ver aquel horripilante monstruo.

     Quise levantarme y correr, pero mis intentos fueron inútiles, no podía realizar ningún movimiento, estaba paralizado. Una luz anaranjada como el atardecer muy intensa se colocó encima de mí y poco a poco fui perdiendo el conocimiento.

     Desperté, estaba en una gran habitación muy blanca, demasiado blanca. Yo me encontraba en una especie de cápsula transparente, compuesta de un material que jamás había visto, era una especie de cama flotante pegada un lado de la habitación. Se encontraban muchos más de esos seres recorriendo la habitación, físicamente no hablaban pero en mi mente se reproducían sonidos desconocidos, se comunicaban en un idioma bastante extraño.

     En otra cápsula había muchos cuerpos, muchas personas muertas que tenían el rostro y cuerpo despellejado, algunos otros cuerpos estaban cercenados en incontables pedazos de carne, y la sangre recorría en una especie de tubería hacía otra habitación. Al cabo de unos minutos, uno de ellos se acercó, en mi mente decía algo indescifrable, pero luego de unos instantes, dijo algo en español:

     —Somos… tú existencia…no merecen… vida. Partes… todas… estamos… tú identidad…pertenece…nos. Llegaremos…pronto…

     Inmediatamente, aquel monstruo tomó mi apariencia humana, los demás engendros voltearon a verme y también, todos ellos se convirtieron en personas.

     Abrí los ojos, estaba sobresaltado tendido a orillas del mar. Muy aterrado, corrí hacía el hotel, solamente quería de algún modo, con ayuda de analgésicos dormirme, descansar y olvidarme de toda aquella espantosa pesadilla.

     Llegué y apresuradamente muy nervioso le pedí las llaves a la recepcionista que me miró muy desconcertada. Recorriendo el pasillo, por unos instantes volteé a mirar a la chica, entonces brillaron sus ojos rojos y sentí realmente que, algo no estaba bien…



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