jueves, 3 de noviembre de 2016

Acorralados (Parte II)

     Me encontraba en mi oficina como de costumbre, organizando eventos, telefoneando, y organizando papeles continuamente, íbamos a cerrar un gran contrato internacional en las próximas semanas, así que todo debería quedar impecable, por fin nuestra empresa se daría a conocer en el mundo y que parte de la propuesta que teníamos, sería beneficioso para la humanidad.

     Pero, algo no andaba bien desde unos días atrás, no eran días normales como cualquier otro, lo presentía, siempre he tenido un sentimiento que ataca mi corazón, como una pequeña aguja que rasga su superficie, y al mismo tiempo como si algo o alguien lo apretará fuertemente a tal punto de casi hacerlo reventar, esa sensación, aquella sensación que se da cuando algo irá mal. 

     En la radio, noticieros, prensa, medios de comunicación en general, informaban los conflictos armados en Siria, Irak y el Estado Islámico. Batallas interminables que no cesaban, lo único que consiguieron fue que los actos de terrorismo se esparcieran por todo el continente, arrastrando consigo a países aliados y enemigos, ellos poco a poco intervenían cada vez más buscando una pequeña tajada al asunto. Todo empeoraba a tal grado que todo el mundo entero iba sumergiéndose en enfrentamientos bélicos permanentes. Pese a que organizaciones pacifistas se unieron, nada podrían hacer. La tercera guerra mundial era inminente, algunos con temor vociferaban tal repulsiva frase, estaba en boca de todos y era un hecho que ya lo estábamos viviendo. De seguro que sería diferente a la primera y segunda guerra mundial puesto que está vez había muchos más avances, investigaciones y desarrollo de nuevas armas de destrucción masiva, los efectos secundarios serían inauditos.

     Aquellas noticias trágicas eran el pan de todos los días, escuchar noticias atroces cada mañana, tarde y noche, de cómo el mundo maravilloso en el que vivíamos se desmoronaba. Ver como nuestro planeta que ha sido nuestro hogar durante años se trastorna como pequeñas piezas de rompecabezas donde una vez sueltas no volverían a encajar porque ya estaban rotas. 
_._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.

     Refugiados en una especie de bunker, situado en un lugar alejado de todo, casi en la nada, un perfecto escondite, nos manteníamos en silencio resguardados por las paredes de hormigón y hierro que nos brindaban seguridad ante aquellos temibles monstruos que en algún momento fueron personas y que ahora vagan sin rumbo alguno solamente con el instinto básico de alimentarse de carne humana. 

     Del pequeño grupo que somos algunos todavía siguen en shock, cualquiera lo estaría, ver a tus seres queridos más cercanos morir frente a tus ojos y que al cabo de un tiempo se convierten en algo inhumano, en un cuerpo sin vida y con vida a la vez que busque desgarrar cada parte de ti convirtiéndonos en presas y ellos en depredadores. 

     Cuando sientes que el miedo te consume, la desesperación de carcome te quedas hueco, te deja un vacío profundo del no saber lo que vendrá ni lo que tienes que hacer para afrontarlo, ojalá hubiera un libro de instrucciones para saber cómo hacer frente a cada situación de peligro, un pequeño segundo de oportunidad puede ser tu salvación o condenación. Tan sólo un juego de azar es en lo que se ha convertido la vida actual. La cara de la moneda me da esta respuesta, un destino incierto y tan solo resta prepararme para salir, tal vez despeje respuestas a mil interrogantes que tengo, o tal vez muera en el intento, pero tengo que salir, buscar provisiones, medicinas y alimento, que se acaban desmesuradamente, salir a una carrera entre el tiempo y supervivencia…

Relatos de Terror, Acorralados (Parte II)

Imprimir o exportar PDF

0 comentarios:

Publicar un comentario