sábado, 10 de diciembre de 2016

Maldición

     Era una fría mañana de otoño, Ed se alistaba como de costumbre para ir a su empleo que quedaba del otro lado de la ciudad, por ello, día tras día tenía que salir apresurado de su departamento para coger el trolebús que se encontraba a unas cuantas manzanas de donde vivía. Pero, no todos los días eran como él esperaba, decenas de estudiantes, maestros, y otros trabajadores tenían que tomar ese mismo medio de transporte, a la misma hora, éste se llenaba hasta más no poder, resultando un viaje tan incómodo como fastidioso. 

     Ed llegaba a la oficina estresado y así permanecía toda la mañana y tarde de trabajo. El regreso a casa era otro calvario con una historia similar. Al llegar la noche comía algo ligero, veía programas ordinarios en la tele, hasta que finalmente sentado en su viejo sillón con un vaso de cerveza se quedaba completamente dormido hasta la mañana siguiente. Una vida completamente aburrida y rutinaria, rogaba porque su vida fuera distinta y de hecho, pensaba muy seriamente hacerlo en las próximas semanas, cambiar de empleo, de hogar, salir de viaje. En fin, cambiar completamente de ambiente, él se lo merecía, y por supuesto que sería lo mejor. 

     A la mañana siguiente ocurrió algo inusual, antes de salir de casa, notó un sobre con dibujos y trazos de símbolos que nunca había visto en su vida, posaba bajo la alfombra de entrada de su puerta, inmediatamente recogió el sobre y lo abrió. Dentro contenía la fotografía de una lujosa casa, tenía el aspecto de ser muy antigua, pero con grandiosos acabados, se veía elegante. Pero, notó algo muy particular, había estatuas, varias estatuas pequeñas con forma humana, calvas con miradas vacías, tristes e impotentes que veían fijamente al horizonte, al infinito, adornando de alguna forma macabra los jardines y alrededores de aquel lugar. 

     Prácticamente el panorama de la vivienda se veía espectacular, conjuntamente con la fotografía venía un anuncio que decía que la casa estaba en venta, estaba de oferta y por eso a Ed le pareció que tenía un muy buen precio, sabía que conseguiría pagarla, contaba con unos cuantos ahorros y si pedía un pequeño préstamo al banco, la casa sería toda suya. Lo mejor de todo, era la dirección, tenía la noción del lugar, algunos colegas mencionaban que todo aquel sitio estaba embrujado, historias de fantasmas, hechizos, brujas y cosas por el estilo. <<Tonterías>>, pensó. De hecho, Ed toda su vida había sido escéptico, nunca creyó en nada que sus ojos no vieran, y por supuesto, nunca había sido el grupo de personas que eran supersticiosas, así que, nunca presaba atención de aquellas historias de “miedo”, que lo único que buscaban era asustarlo. 

     Finalmente, la casa, aquella casa debía ser una señal, una voz interna que le decía que tenía que mudarse, que al fin tenía que ordenar su vida y aquel sitio sería el comienzo, sería el primer paso que tenía que dar para emprender una nueva vida.

     Más tarde, al salir del trabajo tomó la decisión de visitar aquel lugar, y así lo hizo. El sitio formaba parte de unos suburbios, un lugar donde las paredes estaban llenas de grafitis, jóvenes encapuchados que; o bien charlaban en una esquina y con risas burlonas o bien se amontonaban haciendo círculos para hacer concursos de break dance por las tardes. Ed no tenía idea en mente ver un ambiente lúgubre, sin importar aquello, él siguió su camino.

     Al llegar al lugar de la fotografía, el hombre se encontró con una bella mujer que paseaba por el jardín de la casa, acariciando lentamente las estatuas mientras caminaba, sintió una pequeña espinita dentro de su estómago, una sensación desagradable en el interior que ocurre cuando va a pasar algo malo. Presentimiento lo llaman, y era la primera vez que le pasaba a Ed, así que no prestó atención de aquel sentimiento, tal vez era solamente su imaginación y desecho todo aquello brevemente. Al acercarse vio que la mujer era una chica alta, una joven de piel blanca, traía puesto un largo vestido rojo. Sus ojos de color miel mezclados con un poco de encanto lo siguieron intranquilizando un poco, en cualquier otro momento, o en cualquier otro lugar esos ojos le hubiese cautivado y llenado de sentimientos de querer una cita con aquella hermosa mujer, pero, ese no fue el caso. En fin, la muchacha le dio la bienvenida, y le hizo ingresar a la casa para que la viera por dentro, Ed no supo que aquella inocente invitación era una condena para no volver a ver la luz del día de nuevo… por el resto de su vida. 

     El interior de inmueble estaba alumbrado tenuemente con algunas lámparas antiguas de gas, las paredes eran opacas, rayas con los mismos símbolos extraños que estaban impresos en la carta que había llegado a su casa esa misma mañana. Se sorprendió mucho al ver en el centro de la sala, había una mesita, y sobre ella se encontraba un tablero de…Ouija, a Ed inmediatamente le bajo la presión, tuvo una sensación extraña y empezó a temblar incontrolablemente, por supuesto era que el miedo sucumbía dentro, muy dentro de él y que ni sabía que estaba ahí. El pobre dio la media vuelta, con la intención de correr, pero, ahí estaba, aquella mujer impedía su camino. La joven, vertiginosamente con una mirada demoniaca, susurró algo a su anillo que traía puesto en su mano izquierda, susurró algo en un idioma desconocido con palabras que claramente no eran de este mundo. El anillo era muy brillante y contenía un gema preciosa, un rubí, una piedra que brillaba de un carmesí intenso y alumbraba toda la habitación. De inmediato, desde las paredes y el suelo salieron brazos, manos transparente que agarraron al pobre hombre muy fuerte, aunque gritará y quisiera quitárselas de encima, no pudo hacer nada, un esfuerzo en vano. Finalmente se lo llevaron a alguna otra dimensión fuera de la casa a través del suelo.

     Mas tardé, el cuerpo de Ed quedaría convertido en una horrible estatua, calva con una mirada vacía y triste, que expresaban claramente un rasgo de dolor, pues su alma quedaría maldita, estaría condenada a sufrir por toda la eternidad. Así como muchas otras personas que desaparecen sin dejar rastro alguno, como si la tierra se los tragara, conjuntamente con ellos su humanidad y existencia.

Relatos, Terror y Suspenso, impetu de letras

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