domingo, 14 de enero de 2018

Cicatrices

Muchas de las veces, a lo largo de la vida, ciertas heridas que han dejado huella a lo largo del camino no tienen que significar que «perdiste», significan que te importaba lo suficiente para «luchar» y continuar a pesar de todo, aunque una parte de ti estuviera muriendo por dentro. 

Cuando dejas pasar el «tiempo», tan sólo has cubierto con una pequeña tirita esas «heridas» para no verlas. Pero, en el fondo sabes que las heridas están ahí: aún sangran, aún duelen, todavía no han cicatrizado. 

Siempre se ha dicho que el tiempo cura todas las heridas. No es cierto del todo. Las heridas permanecen, están ahí latentes porque cuando vuelves a mirar al pasado, vuelven a doler un poco. 

Con el pasar de los años, la mente para preservar su cordura, las cubre con manto, un tejido. una cicatriz. Y por fin, el dolor realmente se va porque has logrado superarlo.

Aunque quieras evitarlo, hay ciertos momentos en la vida que necesitan ver su «final» para que lleguen nuevos «principios» que, sin duda son extraordinariamente mucho mejores. 

Cuando ya no sientas la necesidad de echar nada en cara, cuando todo esté hablado y solucionado, cuando no albergues rencor en tu corazón, créeme, tus heridas se habrán cerrado. 

Es necesario tener el «valor» de enfrentar tus «heridas» igual que al miedo. Porque al final, aquellas cicatrices que quedan, son maravillosas «pruebas» de que has «vivido» y que todo fue real.

Pensamientos - ímpetu de letras


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